Elecciones 2007

Editorial de una elección de alto voltaje

18/06/2007
P

or Alejandro Romero

Una mujer entraba en muletas al colegio, un padre joven entretenía a su hija para que la pequeña soportara el aburrimiento del deber cívico del adulto, otros chicos jugaban en el patio interno con un perro que había logrado burlar el operativo policial, una anciana –que esperaba cansada en la fila– demostraba en su expresión que fue decepcionada con crudeza, y desde una punta del edificio se escuchó un aplauso cerrado. Era un adolescente que emitía su voto por primera vez. "¿Qué habrá pensado ese muchacho al observar las boletas sobre la mesa?", se preguntó un fiscal y viejo militante que, a pesar del disimulo, ya no confía en el referente de su partido. Seguramente, la niebla y la humedad espesa que asota a Buenos Aires se trasladó en un instante hasta el cuarto oscuro. Era el aire denso que hoy intenta respirar la provincia más austral. 
Para la mayoría de los fueguinos, el domingo comenzó mucho más temprano que de costumbre. El Día del Padre, el almuerzo familiar, el fútbol y el descanso más largo de la semana pasaron a segundo plano, porque la democracia encontraba en las escuelas su momento de mayor pragmatismo. La expectativa, la ansiedad y la sensación de un ritual extraordinario, pero a la vez sencillo y concreto, se entretejieron desde las 8 de la mañana. Al mediodía, los pasillos repletos, la constancia del tumulto y las miradas cruzadas de un rostro a otro, a veces sin fijar la atención verdaderamente; la paradójica impresión del acto que define nuestro sistema social: la imagen del hombre ensimismado, dando su voto a continuar viviendo en conjunto. Siete días antes, nadie hubiera adivinado que la dirigencia política de Tierra del Fuego terminaría de perder la cordura a 48 horas de las elecciones.
Cinco sabotajes a la fibra óptica de Telefónica que dejaron a la isla prácticamente paralizada e incomunicada, candidatos custodiados en sus domicilios por la policía, un hombre accidentado en la Ruta 3 y su compañero de viaje denunciando un atentado y amenazas por celular, audios subidos a Internet violando la privacidad de la diputada aspirante a vicegobernadora y exhibiendo los antiguos, pero tal vez no perecederos, conflictos en las entrañas de la cúpula kirchnerista, videos que incriminaron a candidatos del MPF en supuestas coimas a empresas contratistas del Municipio capitalino, concejales y postulantes renunciados, y denuncias de corrupción en la obra pública de la provincia; todo suma a esta realidad en su versión más inmediata, superficial e ineludible, que confirma la intuición que percibe hasta el más escéptico y apático de los ciudadanos: la impunidad es absoluta, las malas yerbas sobreviven y se reproducen hasta el hastío y la vergüenza.
En la provincia de los fondos nacionales, en el rincón bendecido por el Presidente, en el "principio de todo", donde el turismo, las montañas y la nieve dan un marco de falsa calma y pulcritud, se descubren las facciones de la vieja política y se abren aún más las grietas de la sociedad moderna, porque la ilegalidad, la falta de respeto, la ausencia de escrúpulos y el desinterés sobre la gente que aguarda un guiño de esperanza, parecieran reunirse en una enferma, infame y sombría sonrisa.
La indecencia, las traiciones y el libertinaje de la ambición material más descontrolada marchan al compás caótico de la improvisación, y al ritmo temeroso de los que especulan sin pensar en quienes necesitan y merecen respuestas.

La fábula fueguina 

Tierra del Fuego volvió a superar su propio récord de irregularidad, sospecha y decadencia. Nuevamente, lidera el peor fragmento de la historia contemporánea argentina, el más escandaloso y surrealista.
Cuatro años atrás, asumía Jorge Colazo como gobernador. Se aceleraba una cuenta regresiva que no se detiene desde entonces y que todavía resulta difícil interpretar. Luego de acusaciones insólitas y comportamientos propios de la trama más exagerada de una película del género fantástico, el primer mandatario del FUP fue destituido e inhabilitado por una Legislatura que pretendía dar cátedra de moral y eficiencia, sin siquiera sonrojarse.
Pero el nivel de la política fueguina poco ha cambiado. Previo a la elección general de ayer, durante la campaña proselitista, el único debate entre las dos alianzas con mayor probabilidad de llegar a un ballottage, aunque después hubo sorpresas, fue respecto de qué fórmula lograría el "abrazo" final de Néstor Kirchner, situación que finalmente nunca se dio, ya que el Presidente evitó tomar esa decisión.  
En la actualidad, vemos un estado provincial desmesurado, sobresaturado y contaminado, pasivo y a la vez desgastado y monstruoso, con futuro abierto, pero sin destino claro, porque nada vislumbra posibilidades reales, proyectos precisos o un plan de gobierno, sino la simple incertidumbre que genera, en la penumbra, lo que ni siquiera se puede llegar a conjeturar.
Sin embargo, incluso la tragedia puede ser el puntapié inicial de una reacción positiva, en busca de un objetivo que trascienda las mezquindades que ya conocemos en detalle. 

El futuro es hoy 

En la muchedumbre que ayer colmó las escuelas con profundos deseos de hallar algo mejor, a pesar de las incomodidades, los roces y los problemas de organización, hubo un reclamo sincero, transparente y sin sobresaltos, sin chicanas, amenazas ni demagogia: con indignación quizás, pero también con altura, mesura y humildad. Un pedido de verdadera representación.
El 24 se llevará a cabo la segunda vuelta, y en octubre serán las elecciones presidenciales y las municipales de Ushuaia. Sólo será cuestión de esperar y, seguramente, en el porvenir, habrá lugar para los dirigentes que entiendan el mensaje y no repitan los vicios de la política que provoca repugnancia.