Editorial: Entre la victimización y la madurez gremial

19/04/2010
Por Roberto Cabezas

Una nueva semana comienza. Esperemos sea la definitiva para que quienes tienen la responsabilidad encuentren la solución al conflicto docente. Aunque más que conflicto docente ya se trata del conflicto de la educación, porque a raíz del problema planteado por los docentes la educación está ausente en Tierra del Fuego. Por estos días la discusión no pasa por si la educación fueguina es buena o es mala, simplemente no es.
Esto es lamentable y por demás preocupante.
Durante la última semana ocurrieron cosas que merecen y llaman la atención de todos. Ocurrió un hecho en el que terminaron enfrentados docentes con algunos padres. Ese enfrentamiento terminó con un hecho de violencia: una trompada de un lado terminó en el rostro del otro lado. Aunque dicen, primero medió un hecho que, para algunos, "justificó" la reacción.
Nada, absolutamente nada justifica un acto semejante. Alguna vez sostuve que no existe nada que justifique que un periodista insulte a un funcionario, pues pienso exactamente lo mismo de parte de un docente hacia un padre. Haga lo que haga un padre justifica una respuesta violenta. Nada lo justifica.
Pero, como es común escuchar desde las autoridades de la Educación, desde el sector gremial y también de parte de los padres, que sobre lo que no se habla es sobre la educación. Parece no ser lo importante en la discusión. Esa frase común: ¿qué educación le queremos dar a nuestros hijos? Pareciera que ninguna, por lo menos, a la luz de lo que viene pasando, ninguna. O por lo menos da lo mismo que sea buena o mala.
Hay un planteo que pasa por la adecuación del salario a los que ejercen la docencia y la no respuesta de las autoridades al requerimiento solicitado por los docentes hace que estemos estancados donde estamos, en la total anarquía y con pocos días de clases, que es parecido a decir con poca o nada de educación.
Por momentos muchos tenemos ganas de ser optimistas y que esto sea pronto una anécdota sobre el desencuentro de unos y otros; que hoy perjudican a los más importantes, que son quienes deberían ocupar el lugar de privilegio de los dos sectores en pugna: los alumnos.
A simple vista la cosa está trabada y las ganas de ser optimistas decaen cuando uno ve que desde el sector gremial docente se trata de justificar el acto de violencia de la semana pasada a partir de la acción de un padre o de un grupo de padres, que producto del hartazgo tuvo actitudes por lo menos no aconsejables o desubicadas. Y luego de la justificación viene la victimización sin tomar una actitud madura como la hora exige.
Aquí es bueno ver el ejemplo que hace días nos dio otro gremialista: Juan Vera de la Asociación Trabajadores del Estado quien sufrió la agresión de un esbirro de un funcionario del gobierno provincial y que pese a ello no se victimizó y dijo, palabras más palabras menos, que su responsabilidad estaba por encima de un acto de violencia y que actuar de otra forma ponía en riesgo el diálogo que pretendía con el gobierno y así poder resolver lo principal que es la búsqueda de una solución para sus representados. Un acto de madurez que llama la atención por estos días y que merece ser rescatado. Vera no lloró por la piña que se comió, y no lloró porque su responsabilidad está por encima. Así como he criticado a la dirigencia de ATE por los cortes de calles que tanto molestan, ahora debo rescatar el ejemplo que nos han dado en la persona de Juan Vera. Qué bueno estaría que todos los dirigentes gremiales actúen con la misma madurez y que superen la tentación de la victimización, esa que nos ubica a todos los que no estamos del lado de los docentes como sus enemigos.
Pero no todo pasa por la actitud de los gremios: la mayor responsabilidad pasa por el gobierno provincial y no la está teniendo.
Por eso hay dos hechos que merecen ser destacados y muy criticados. Luego del acto violento de un funcionario del área de Hidrocarburos en contra del gremialista de ATE Juan Vera el gobierno no hizo absolutamente nada, más allá del intrascendente pedido de disculpas del legislador oficialista Manuel Raimbault. Intrascendente porque quedó sólo en eso, en un simple pedido de disculpas sin una acción concreta. Y cobra mayor relevancia la inacción del gobierno toda vez que no tomó el mismo criterio para con el docente que le pegó una trompada a un padre, quien fue separado del cargo y sumariado en forma inmediata. Porqué tanta diferencia de criterio para actuar ante un hecho similar, parece ser la pregunta adecuada a plantearse.
Pero el acto mayor de irresponsabilidad y de provocación fue la ausencia de la ministra de Educación, Amanda del Corro quien una vez más privilegia cualquier otra cosa al conflicto que tiene su cartera. Que la gobernadora Fabiana Ríos viaje a Estados Unidos hasta puede estar muy bien si en su estadía en el exterior logra alguna tipo de negocio para nuestra provincia, sobre todo ante la crisis económico financiera que padecemos. Inversiones o financiamiento barato, por ejemplo. Pero que la ministra de Educación se ausente en medio del conflicto es muy grave o muy demostrativo del lugar que ocupa en el gobierno este conflicto. Nada, absolutamente nada es más importante que resolver el conflicto para que retorne la normalidad en el dictado de clases, para que retorne la educación a la provincia. Nada lo es, ni participar en el acto del 2 de Abril dejando las negociaciones que se llevaban a cabo en Buenos Aires, como pasó, ni participar de la reunión del Consejo Federal de Educación en su reunión por los festejos del Bicentenario.
Lo cierto es que así estamos, entre una terrible anarquía y un problema grave sin solución en el que ninguna de las dos partes en pugna parece poner la suficiente madurez para dejarse de joder con algo tan serio e importante como es la educación.
Pero el optimismo deberíamos ponerlo a partir de la solución del problema salarial y ponernos a debatir cómo hacemos para que los fueguinos estén cada vez más y mejor educados.

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