Lo que dejó la visita de Cristina Fernández de Kirchner a Río Grande

La Presidenta pasó por TDF sin pronunciamientos electorales explícitos

27/03/2011
A
falta de palabras, todos fueron gestos, y como tales, se interpretaron de las maneras más antagónicas y diversas.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner no dijo en su fugaz paso por Río Grande, lo que muchos tenían esperanzas que dijera. Y a partir de entonces, su figura se convirtió en una especie de radiografía que todo el mundo se dedicó a observar con detenimiento inusitado, en busca de algún tipo de señal o indicador.
La llegada de CFK a la provincia para reinaugurar la planta de BGH, ya en plena campaña electoral, tenía expectativa máxima en el sector que impulsa la candidatura a la gobernación de la diputada Rosana Bertone, cuya mayor aspiración era que la mandataria nacional pusiera en palabras el aval a su postulación.
Las esperanzas estaban bien fundadas. Por un lado los recientes comicios de Catamarca y Chubut, donde el gobierno nacional tuvo un apoyo expreso a los candidatos del Frente para la Victoria y los analistas sostienen que fue clave la bendición presidencial. Por otra parte, el “efecto Rossi”, surgido luego de que durante el discurso de apertura de sesiones en el Congreso, la presidenta se dirigiera con enorme familiaridad a la diputada (e incluso la nombrara como “Rossi”, en lugar de Rosana) para avalar un dato sobre el crecimiento de la industria fueguina.
Sin embargo, lo concreto y objetivo es que las palabras que algunos soñaron, no resonaron nunca en el gimnasio Carlos Margalot y a partir de allí brotaron las especulaciones de todo tenor y color.
“No era un acto proselitista. Estaba la gobernadora, el intendente de Río Grande y empresarios. Lo importante no es lo que dijo sino cómo se mostró y qué gestos tuvo con Rosana”, se defendieron desde el entorno de la candidata del FPV.
Por el contrario, desde el gobierno provincial apuntaron a los hechos: “no hubo aval porque la Presidenta terminará siendo neutral en los comicios provinciales. Tiene una relación óptima con la gobernadora y no le preocuparía en lo más mínimo que fuera reelecta”.

Problemas de cartel

También hubo voces contrapuestas en torno a la “guerra de los carteles” proselitistas de Bertone que, tras haber sido colocados en el gimnasio donde habló la Presidenta, finalmente fueron quitados y sólo quedaron leyendas institucionales detrás de la mesa de oradores.
Operadores de la diputada pero también de otros pre-candidatos del peronismo (por ejemplo el diputado Rubén Sciutto) se ocuparon de divulgar que el retiro de los carteles correspondió a una decisión unilateral de la gestión de Ríos, y hasta algunos, más osados, arriesgaron que se trató de un acto de censura.
La réplica del gobierno fue inmediata: todo lo contrario, los carteles se sacaron por decisión de Presidencia. “Fueron ellos los que pidieron no convertir el acto en una cuestión partidaria”.
Lo cierto es que cuando Cristina entró al Margalot, tras haber recorrido BGH con Ríos y con Bertone, los carteles no estaban. Solo una bandera desplegada por militantes de “La Cámpora” proclamaba la candidatura de Bertone. El resto eran bombos y gritos.
En ese rubro pareció imponerse la liturgia peronista sobre la falta de organización del partido gobernante. Si tuvieron incidencia en el retiro de los carteles proselitistas y, en definitiva, en la planificación conjunta del acto, no se entendió muy bien cómo no fueron capaces de congregar a un grupo de militantes que victoriaran a la gobernadora o al menos mitigaran los silbidos en su contra. En ese sentido, y una vez más, Ríos le puso el cuerpo personalmente a las deficiencias de su entorno.
Y algo similar, aunque en responsabilidades compartidas con el peronismo, podría decirse de los “claros” que pudieron observarse en el gimnasio donde habló la Presidenta. Un recinto de dimensiones austeras al que sólo se accedía por invitación especial, y al que no obstante, le faltó gente. Quedó claro, entonces, que algunos (de uno y otro lado) no hicieron bien los deberes.

Pequeños gestos

Dicen que la disputa por aparecer cerca de la Presidenta incluyó un capítulo especial hasta por los asientos de la combi que la trasladó desde el aeropuerto de Río Grande hasta la planta BGH y luego al gimnasio Carlos Margalot.
Ese extraño cocktail terminó logrando lo que parecía imposible: Ríos y Bertone sentadas en un mismo asiento del vehículo y sonriendo para las fotos. En el medio, un senador se bajó voluntariamente de la pelea automotriz y, espantado, prefirió concurrir a los demás lugares en su auto particular.
Las lecturas surrealistas continuaron luego respecto de quién estaba más cerca de CFK en las fotos de BGH y en la mesa de oradores del Margalot, con quién habló más y con quién menos y cuestiones por el estilo.
Los “bertonistas” apuntan a que hubo un dialogo especial durante el acto en el polideportivo, en el cual la Presidenta le habría dicho a la candidata “te va muy bien” en relación a sus aspiraciones electorales, mientras La Cámpora coreaba su nombre.

La bendición esquiva

Como fuera, pareciera que vuelve a repetirse una tendencia bastante común en los procesos electorales fueguinos de los últimos años: la falta de apoyos presidenciales explícitos a los candidatos.
A comienzos de 2003, Carlos Menem suspendió a último momento su visita a la provincia para bendecir la candidatura de Carlos Manfredotti a la reelección. Y Néstor Kirchner, ya electo presidente, tampoco vino a apoyar a Manfredotti, quizá devolviéndole la “gentileza” de haber avalado a Menem y no a él en las elecciones presidenciales.
En 2007, Néstor jamás tuvo un aval explícito hacia la fórmula que integraban Hugo Cóccaro y Rosana Bertone, a pesar de que él había intercedido en su conformación. De hecho faltó sin dar explicaciones al acto por el 25 aniversario de la guerra de Malvinas. Y nunca vino a la provincia a levantarle los brazos.
Este 2011 no parece entonces la excepción. Hasta el momento los apoyos siguen siendo puertas afuera, o con el suficiente tacto como para producir gestos que puedan interpretarse según el lado que se los mire.
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