En el marco de la 34ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico

Se aprobó la “Declaración de Buenos Aires sobre Cooperación Antártica”

04/07/2011
E
l pasado viernes, después de dos semanas de debates, finalizó la 34ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico, que se desarrolló en la ciudad de Buenos Aires, y a la que asistieron cerca de 500 personas, que integraron las delegaciones de los 28 Estados Parte del Tratado, los Estados Adherentes y los Observadores, además de expertos y representantes de diversas organizaciones internacionales no gubernamentales.
Durante el encuentro se deliberó sobre aspectos relativos a la cooperación científica, la protección del medio ambiente y el turismo, así como asuntos operacionales y legales relacionados con la Antártida.
El director general de Antártida de la Cancillería Argentina, Ariel Mansi, que fue elegido como presidente de esta Reunión Consultiva, afirmó que “el particular contexto jurídico–político que brinda el Tratado Antártico le permite a las 28 partes consultivas, alcanzar importantes resultados por medio del mecanismo del consenso”, y remarcó que “la Antártida es un tema central, al que debemos dedicarnos con ahínco, estudiar cómo lograr el mayor nivel de cooperación posible para fortalecer la actividad científica y para mantener la pristinidad del medio ambiente en la región; y, al propio tiempo, facilitar el intercambio de información y la cooperación en materia logística”.
Doce medidas, tres decisiones y seis resoluciones son el producto de las deliberaciones llevadas a cabo, tanto en las reuniones del Comité para la Protección del Medio Ambiente como en las reuniones de los Grupos de Trabajo y en el Plenario, de la Reunión Consultiva; señala el parte de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Entre varios temas, el Comité consideró los impactos medioambientales asociados a la perforación del lago subglacial Ellsworth, y revisó los Planes de Gestión de diez zonas antárticas especialmente protegidas, lo que permite desarrollar los mecanismos adecuados para mantener a esas zonas en estado prístino. Además, el Comité produjo un manual de técnicas de control, con lo que continúa realizando progresos orientados a poner fin a la introducción en la Antártida de especies no autóctonas.
Con respecto a las actividades turísticas y no gubernamentales, se analizó la forma de prevenir los ingresos no autorizados en la Antártida y de identificar los problemas asociados tanto al reconocimiento de quienes no deberían encontrarse allí, como a la necesidad de encarar la instrucción del correspondiente proceso judicial, cuando se ha incurrido en conductas ilegales.
En cuanto a los asuntos operacionales, se comenzó a abordar la difícil tarea de evaluar los riesgos impuestos por los tsunamis, problema que se plantea con respecto a muchas estaciones que se encuentran situadas en áreas costeras de la Antártida.
En materia de inspecciones, las realizadas por Japón y Australia, dieron cuenta del buen desempeño de las Partes Consultivas en el cumplimiento de los requisitos medioambientales del Protocolo de Madrid sobre la Protección del Medio Ambiente Antártico, demostrando la forma en que se puede optimizar la futura gestión, al compartir la información y las tecnologías de manera más activa. Se evidenció que suele ser muy productiva la labor canalizada a través de los grupos de contacto por correo electrónico, porque el abordaje de las cuestiones antárticas presupone el intercambio de información y la participación de todos.
La necesidad de contar con un plan de trabajo estratégico plurianual generó un importante debate, al que se agregaron cuestiones relacionadas con el acortamiento de las reuniones y con la forma de lograr que los trabajos se organicen y se desarrollen de manera dinámica y en un contexto de flexibilidad, sin que se pierda por ello ninguno de los elementos esenciales indispensables para asegurar la eficacia de las reuniones.
Por último, debe destacarse que la Declaración de Buenos Aires sobre Cooperación Antártica, adoptada el pasado 23 de junio en ocasión del 50º Aniversario de la entrada en vigor del Tratado Antártico, hace un llamamiento a aquellos Estados parte en el Tratado que no poseen status consultivo y que no son parte en el Protocolo de Madrid, a que lo aprueben, de modo de que sea posible incrementar el nivel de protección que requiere el medio ambiente antártico, y también que permita convencer a un público mayor de que la Antártida es un lugar de particular interés, que merece un tratamiento especial.