Educación especial

Dos franceses dejan una huella imborrable en la Fundación Kau-Yak

12/12/2011
S
olidaridad, calidez y compromiso social son algunas de las tantas cualidades que hoy se le atribuyen a Vanessa Bertrand (27) y Roland Harly (28). Oriundos de Nantes, Francia, arribaron a Ushuaia a principios de noviembre en el marco de una travesía que, hace algunos meses, realizan a dedo y con mochila a cuestas por América del Sur.
Sin embargo, alucinados por los paisajes que ofrece el fin del mundo y, según dicen, la calidez de los ushuaienses, los jóvenes decidieron prolongar su estadía para brindar lo mejor que saben hacer: trabajar profesionalmente con niños y adolescentes con capacidades especiales, aportando todos sus conocimientos y experiencia en la materia.
En un principio estos educadores de la vida intentaron ofrecer sus servicios en varias instituciones oficiales pero se vieron frustrados ante la burocracia que significada para el estado incorporar personas que simplemente desean ayudar sin recibir nada a cambio.
Por casualidad o causalidad cayeron en la Fundación Kau Yak que inmediatamente le abrió sus puertas, ante la constante necesidad de profesionales que tiene la organización, que atiende a al menos quince chicos con capacidades especiales desescolarizados, todas las tardes de lunes a viernes en instalaciones de la Casita de Nazaret de la Parroquia María Auxiliadora. Fue allí donde encontraron mucho por hacer.
Desde entonces estos franceses han desarrollado una dinámica de trabajo sin precedentes para la organización, mediante una pedagogía basada en el amor que apunta la integración social de los chicos a través del desarrollo de capacidades individuales. Realizaron también intensas consignas grupales y los ejercitaron en actividades de la vida cotidiana para romper con el esquema de dependencia al que regularmente están sujetos con sus familias.
La presidenta de la Fundación Kau Yak, Beatriz Speziale, destacó a EDFM que “con la ayuda de Roland y Vanessa en poco tiempo, hemos logrado resultados asombrosos en los chicos. Es decir pequeños, pero grandes progresos para ellos que en general tienen serias discapacidades mentales y motrices”. “Sin embargo –enfatizó– se acerca el momento de la partida, pero nos dejan una experiencia inolvidable para nosotros, un valioso intercambio que nos marcará por siempre como institución, con nuevas pautas y forma de trabajo que valoramos muchísimo”. Por eso, la mujer auguró que “esperamos que en algún momento podamos volver a tenerlos entre nosotros”.
En tanto, en los próximos días los viajeros continuarán con su proeza por el resto del continente dejando su huella en cada lugar al que van.