Segunda jornada del juicio oral

Comenzó la ronda de testimonios con la declaración del hermano de Almada

12/08/2014
E
l hermano de María Mabel Almada, la joven trabajadora sexual asesinada en agosto de 2004, prestó declaración testimonial ayer en la segunda jornada del juicio oral y público que investiga el crimen, y aunque brindó un testimonio emotivo, no aportó datos significativos para el esclarecimiento del caso.
Marcelo Almada habló durante más de una hora ante los integrantes del Tribunal Oral de Ushuaia conformado por jueces subrogantes, pero no logró dar indicios que complicaran la situación del único imputado en la causa, César Javier Gangas.
El joven contó que vivía en casa de su hermana, e incluso cuidaba a su hijo recién nacido, cuando la mujer recibió el llamado de un cliente, el 27 de agosto de 2004. Se vistió, acudió a la cita, pero nunca regresó. Su cuerpo severamente golpeado y mutilado fue hallado tres días más tarde sobre la costa del Canal Beagle, a la altura de la ex planta CM.
El hermano dio algunos detalles sobre aquél último llamado, producido mientras la mujer estaba con él. Sin embargo, no fue contundente y hasta incurrió en algunas contradicciones.
Por ejemplo, primero dijo que el cliente le pareció algo “agresivo”, porque no fue a buscarla a pesar de que el estado de las calles lo permitía, y después sostuvo que su hermana “estaba como siempre” y hasta usó la palabra “contenta” para definir el estado con que se retiró de la vivienda, cerca de las 20 de aquélla fatídica jornada.
En otros tramos de su declaración, el hombre se refirió a más clientes que la llamaban a diario, a la modalidad que usaba para comercializar sus servicios (últimamente mediante avisos en el diario) y mencionó no recordar aspectos simples como si su hermana amantaba a su bebé en los días previos al crimen.
En cambio, el hermano se quebró y hasta el tribunal tuvo que realizar un cuarto intermedio para que se recuperara, cuando le pidieron que reconociera algunas de las prendas de vestir de la víctima, fotografiadas en el expediente.
“Somos gente pobre. Estamos lejos de aquí y casi no nos enteramos de cómo ha avanzado la investigación. Mi madre quería venir pero no se pudo pagar el pasaje y tampoco pudimos contratar un abogado”, se sinceró el joven oriundo de Misiones mientras hablaba con los jueces Felicitas Maiztegui Marcó, Guillermo Jorge González y Alejandro Ferreto.
El único pariente de la víctima en la ciudad contó que vivía con su hermana a pedido de ella, que lo había convocado para que la ayudara con el hijo hasta que consiguiera un empleo.

“Gangas era cliente”

Entre los testigos que declararon ayer (de una lista de 30 nombres prevista para todo el juicio) también lo hizo por un período extenso de tiempo, una trabajadora sexual amiga de Almada, Gabriela Raquel Ramos.
Esta mujer confirmó que Gangas era cliente de la víctima, y que lo conocía no sólo por referencias de su amiga sino porque el hombre solía frecuentar locales nocturnos donde ella trabajaba.
Ramos contó que trabajó con Almada en el boliche Candilejas, y que también lo hizo tiempo más tarde en Black And White, hasta que su amiga decidió independizarse para ganar más dinero y comenzó a poner avisos particulares en el diario.
Igual que el hermano de María Mabel, su amiga contó detalles (pero con más precisión) de cuáles eran los clientes más conocidos de la mujer asesinada y hasta habló de viajes que hicieron juntas a Chile.
Sobre la forma de trabajo de la víctima, explicó que nunca acudía a la casa de alguien que no conocía, y que por lo general visitaba a un cliente y luego regresaba en el término de una hora para amamantar a su hijo, aunque también podía atender a dos o tres personas antes de volver.
Ramos relató que su amiga seguía ejerciendo la prostitución estando embarazada, e inclusive de varios meses de gestación.
No obstante, las preguntas del tribunal, del fiscal Daniel Curtale y del abogado defensor Raúl Paderne, no permitieron avanzar demasiado acerca de la presunta relación de Gangas con el asesinato. La amiga de Almada apenas deslizó que el ahora imputado era definido por su compañera como un cliente “pesado” en relación a la “insistencia de sus llamados” pero nada más que eso.
Por el contrario, la principal prueba del caso sigue siendo una pericia de ADN (muy cuestionada por la defensa) que relaciona a Gangas con material genético hallado dentro de la malla de un reloj encontrado en la escena del crimen, y del que el sospechoso habría sido propietario.

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