ste día, Roberto Arlt publica en el diario “El Mundo” la primera de sus aguafuertes escritas desde la Patagonia y sobre temáticas de la región, que calificó de “preludio de una serie que supongo será prolongada” debido a que pensaba “recorrer el Neuquén, la cordillera de los Andes, la zona de los lagos y no sé si descubrir un nuevo continente” (Carlos Espinoza. Roberto Arlt en la Patagonia).
En la nota describió el accionar de “un corredor bribonazo y temible” que se valió de una curiosa táctica para “arrastrar hasta su hotel a la tripulación del tren. En la estación Cardenal Cagliero, subió el tal y no bien se hubo puesto el tren en marcha, comenzó a trabar conversación con un pasajero, pero en voz muy alta, y dijo, refiriéndose al mejor hotel de la localidad: -Oh, sí, es muy bueno. Pero también es caro porque allí sabe parar el gobernador”.
Cuando “una media docena de excelentes burgueses que viajaban en el coche, se escalofriaron pensando en lo que costaría yantar en el hotel donde “paraba el gobernador”, y cuando el furbante de corredor consideró que tenía a la presunta clientela lo suficientemente aterrorizada, agregó: -Hay también otro hotel, que es tan bueno como donde para el gobernador, pero es más barato y muy bien atendido”.
La mayoría de los pasajeros inquirió al personaje sobre cuál era ese hotel “y, entonces, sin inmutarse, comenzó a repartir tarjetas. Un matrimonio que viajaba en luna de miel – y que me lo han puesto, para mi desgracia, en un cuarto junto al mío- agarró viaje con el segundo hotel de Patagones, y tras ellos una señora con dos párvulos, y luego un señor serio, y después yo, y más tarde… El caso es que nuestro vivillo secuestró íntegramente las valijas del vagón de primera y cuando llegamos a Patagones envasó a la clientela en un automóvil, y henos aquí, ahora, escribiendo sobre el asunto y pensando en algo sumamente grave e importante. Lo cual es: Si usted llega a tener un hotel alguna vez, trate de que nunca sea el primero de la localidad sino el segundo. Viajando he observado que la gente pregunta – como si los gastos no le importaran- cuál es el principal hotel de la localidad y, luego, como quien no quiere la cosa, “qué hotel es tan bueno como el primero”, en vez de ir al primero, van al otro… semejante al primero, pero mucho más barato”.
