Monopolio fueguino y matanzas de peones en diario de viaje
El 17 de febrero de 1926

Monopolio fueguino y matanzas de peones en diario de viaje

17/02/2017
E

n el asiento de este día, del diario de viaje de Micaela Feldman e Hipólito Etchebeheré,  se transcribe la información suministrada por un mozo con pasado gremial en una confitería de Río Gallegos.
El relato describe el monopolio que ostentaban los terratenientes fueguinos: “si bien es cierto que el Gobierno concedía en arriendo lotes de 8 leguas (…) los pobladores que las obtenían tropezaban con una dificultad insalvable; la imposibilidad de conseguir ovejas para echar a esos campos. Los potentados de allí no se las vendían y transportarlas desde el continente era imposible por cuanto los Menéndez, dueños de los transportes marítimos no les pasan una oveja por nada del mundo. Es decir que se anula la posibilidad de que nuevos pobladores, factores de progreso para el país se arraiguen en Tierra del Fuego por la acción coercitiva de los latifundistas” (citado por Ernesto Maggiori en Los años de la Revolución en Patagonia 1918- 1930).
Luego, el trabajador gastronómico narra las matanzas de peones: “en la línea del ferrocarril de Deseado a Las Heras, perdieron la vida en la época de la masacre cuarenta o cincuenta obreros y el leader que los dirigía: de esta manera: los obreros huelguistas recorrían las estancias de la zona para hacer plegar al movimiento al personal que en ellas hubiera; y como su acción fuera eficaz, la tropa decidió suprimirlos. Para esto, en un encuentro que tuvieron con ellos, levantaron la bandera de parlamento prometiendo a los obreros toda clase de seguridad si se entregaban. Estos accedieron…”.
Otro testimonio es el de la hija de un estanciero de apellido Piñero, quien relata la zozobra que se vivía en la localidad de El Paso cuando los rumores daban como inminente un asalto de los huelguistas: “Se habían colocado ametralladoras en el puerto y cañoncitos en algunos puntos estratégicos del pueblo  (…) Bastaba la denuncia de “huelguista” contra un trabajador cualquiera para que la policía cayera sobre él y el individuo desapareciera para siempre”. La policía recorría las estancias con fotos de los capturados y los dueños señalaban a activistas y a los que tenían acreencias salariales. “De esta manera las cuentas se saldaban fácilmente”. Así, pasaban “al bolsillo del patrón” los pesos “que tenían depositados esos trabajadores que habían entregado sus fatigas de 5 o 6 años de trabajo”.

Autor : Bernardo Veksler
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