a escuela provincial de la Base Esperanza, en la Antártida Argentina, comenzó también ayer el ciclo lectivo 2017 y su directora y maestra antártica Griselda Ramírez dijo que vivió el acontecimiento “con una emoción muy profunda” porque “las características inhóspitas del lugar y la distancia hacen que acá se sienta la patria”, aseveró.
Las clases en la escuela Nº38 “Presidente Raúl Alfonsín”, que depende del gobierno de Tierra del Fuego, empezaron en medio de buenas condiciones meteorológicas para la zona, “con un sol radiante, poco frío y sin viento”, comentó Ramírez.
La temperatura, en realidad, nunca subió de los 9 grados bajo cero, aunque la dotación de la base lo vivió como un “alivio” después de unas jornadas ventosas que habían hecho descender varios grados la sensación térmica.
“El día nos acompañó. Los chicos estaban entusiasmados y para nosotros es el inicio de un sueño porque siempre quisimos estar aquí”, contó la maestra que fue seleccionada junto a su marido (también docente) para pasar un año en la Antártida.
“La vida me dio esta oportunidad y la estoy disfrutando minuto a minuto. Es muy apasionante. Y si pudiera repetir la experiencia lo haría sin dudarlo”, agregó esta docente formoseña aunque radicada desde hace tiempo en la ciudad de Río Grande.
La escuela cuenta este año con doce alumnos: dos de nivel inicial, cuatro de nivel primario y seis de nivel secundario que si bien cursan a distancia, utilizan al colegio como base de sus estudios, explicó a EDFM el referente antártico del Ministerio de Educación fueguino, Gustavo Lezcano.
“El acto de inicio de clases en la escuela 38 es una tradición que se sigue con mucha expectativa por parte de quienes están viviendo sus primeros días de campaña antártica. Siempre asisten las autoridades militares de la base, además de los miembros civiles de la dotación y por supuesto, los alumnos”, relató el funcionario.
El matrimonio de maestros antárticos conformado por Ramírez y por Julio Palavecino se hizo cargo del establecimiento educativo tras reemplazar en sus cargos a los docentes salientes: Néstor Franco y Romina Ramos, quienes regresaron a Tierra del Fuego durante el repliegue de la dotación 2016 efectuado entre fines del año pasado y comienzos de este año.
Palavecino viajó primero, en diciembre, y Ramírez se le sumó en febrero pasado, junto con los hijos de la pareja, César, que irá a tercer grado y Nazareno que cursará el cuarto grado.
“Los docentes varones se destacan en diciembre para tomar el cargo, recibir la escuela y firmar el cargo patrimonial y el inventario de los elementos que allí se encuentran. Durante el verano, en que no se dictan clases, se realizan tareas de mantenimiento y refacciones”, detalló Lezcano.
Palavecino dictaba clases en la escuela 44 de Río Grande, mientras que Ramírez lo hacía en las escuelas 21 y 23 de la misma ciudad.
Ambos fueron seleccionados luego de un extenso proceso de evaluación que duró varios meses, y tuvieron que prepararse para un proyecto de aprendizaje multigrado que atienda las necesidades especiales del establecimiento antártico.
A su vez, realizaron una capacitación especial en la provincia de Neuquén, donde se formaron en técnicas de supervivencia y primeros auxilios.
“Tenemos tres aulas: una para el nivel inicial y otra para el secundario, que cuentan con auxiliares de la Base, y un espacio para el plurigrado de primaria donde dictamos clases junto a mi esposo. Somos docentes de nuestros propios hijos”, describió Ramírez.
“Pasé de los 40 grados que había en Formosa donde me crie y me formé como docente, a los 20 grados bajo cero o menos que pueden haber aquí. Pero no nos falta nada y estamos muy bien”, enfatizó la docente.
Una tarea difícil
El funcionamiento de la escuela antártica requiere de un esfuerzo logístico y de un proceso de abastecimiento de insumos y materiales que se extiende durante seis meses, desde principios de agosto de un año hasta culminado enero del año posterior, informaron desde el gobierno provincial.
Para que comiencen las clases en marzo de 2017, el Ministerio de Educación fueguino compró a partir de agosto de 2016 los materiales que el colegio utilizará durante todo este año, y los acopió en un galpón en Ushuaia.
“En cualquier otro caso, el traslado sería un trámite convencional pero aquí requiere de toda una organización. Inclusive el proceso de compra se debe hacer a tiempo para que todo el material viaje de una sola vez”, explicó Héctor Fernando Cascú, referente de la Cartera educativa fueguina en la logística de la escuela.
Cascú precisó que al sumarle los elementos personales de los maestros antárticos y su familia, la carga total de este año fue de una tonelada de peso distribuida en 53 bultos.
La falta de un rompehielos propio o alquilado obligó a que el transporte se realizara en un avión Hércules de la Fuerza Aérea, que viajó a Ushuaia donde se subieron los materiales y luego hizo una escala en Río Gallegos a la espera de las condiciones meteorológicas para efectuar el cruce hasta la Base Marambio, ya en la Antártida Argentina.
“Los elementos siempre van acompañados de un referente del Ministerio y de un auxiliar. No pueden ir solos. En Marambio, que es el centro neurálgico de la logística antártica, se coordinó el uso de helicópteros para el traslado final hasta la Base Esperanza”, detalló Cascú.
