ediante una nota firmada por los delegados gremiales, se comunica al gerente de la planta que la asamblea general de los trabajadores de la empresa Continental había decidido “por unanimidad permanecer en el establecimiento”. Con la firma de Juan Mercado, Juan Castro, Pedro Seras, Ignacio Sosa y Alejandro Nonini, los obreros manifestaban también su compromiso de mantener “como garantía, bajo nuestra custodia, las instalaciones, maquinarias y productos terminados”. De esta manera se desencadenaba una serie de episodios que culminarían con la sangrienta represión de Semana Santa.
La notificación gremial incluyó los reclamos obreros: “El pago de las indemnizaciones finales; diferencia S.A.C. año 94 adeudado a la fecha; diferencia de los 25% correspondiente a los meses de agosto, septiembre y octubre adeudados a la fecha; viáticos y guarderías de las madres que están en período de lactancia adeudados a la fecha; cuotas pendientes de la Banca del Lavoro”.
“Los delegados y dirigentes gremiales realizaron una serie de entrevistas con los legisladores y con funcionarios del Ejecutivo provincial para plantearles la difícil situación en que se encontraban y reclamando que el Estado provincial se haga cargo de la planta fabril. Uno de los entrevistados fue el entonces ministro de Economía Ruggero Preto. Éste, le afirmó al autor de este texto que era imposible tomar esa decisión aunque admitió que los empresarios le debían a la provincia más de un millón de pesos y que eran prácticamente incobrables” (Bernardo Veksler. Rebeliones en el Fin del Mundo).
En esos meses se vivía una situación de recesión en la actividad industrial, que el delegado Nonini describió así: “en los últimos 15 meses la UOM Ushuaia perdió 600 puestos de trabajo de dos mil, o sea el 40 por ciento y vemos que el gobierno (…) no pudo parar esa tendencia (…) Continental no es la primera, se esperó que Kenia cerrara y el conflicto se enfriara y empezaron con esta”.
La firma fue declarada en quiebra y, el 11 de abril, el juez Tenaillón ordenó el desalojo de la planta fabril. La acción policial fue extremadamente violenta y logró consumar su objetivo. La reacción indignada de la población fue inmediata y las calles de Ushuaia se asemejaron a una ciudad en guerra. La represión se cobró la vida del albañil Víctor Choque y una nueva masiva movilización repudió el accionar policial
