Logran reconstruir una canoa yagán y navegar por el Beagle
El 16 de marzo de 1989

Logran reconstruir una canoa yagán y navegar por el Beagle

16/03/2017
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ldquo;La primera sorpresa que tuvimos luego de la botadura fue su gran estabilidad. Posee mucha más estabilidad que un kayak. Es lógico que para subirse a ella se deba pisar el centro de canoa pero no es ninguna dificultad ya que uno se puede embarcar bien cerca de la orilla”, señaló Carlos Pedro Vairo, luego de haber realizado un periplo por el Beagle, que abarcó desde Lapataia a Moat, a bordo de una canoa elaborada con corteza de árbol al estilo de los originarios del canal.
En la navegación pudieron apreciar las ventajas de la frágil embarcación: “Nuestra experiencia cruzando bancos de cachiyuyos fue inmejorable. La canoa se deslizaba sobre ellos como si se tratase de una superficie más densa sin que la frenara (…) Mientras remos convencionales quedaban enredados con hojas y tallos, los remos o mejor dicho las espadillas con larga forma lanceolada entraban y salían sin el menor problema…” (Fascículo Fuego N°1).    
Su construcción exigió un paciente trabajo de estudio y ensayos para encontrar la metodología y la madera adecuada. Para ello Vairo contó con la colaboración de Myriam Corsi y Esteban Curuchet. “La tarea más delicada consistió en obtener la corteza necesaria para la construcción. Encontrar los árboles apropiados fue una odisea. Sucede que para despegar la corteza del árbol el yámana esperaba que la savia suba, abundantemente, hacia la copa del árbol. De esa forma podía separarla en grandes fajas de una sola pieza”.
Utilizaron diversos elementos naturales como arcilla, piel y grasa de foca, pero el punto crítico fue encontrar la técnica adecuada para moldear la corteza. “Practicamos con fragmentos pequeños: los pusimos cerca de unas brasas y a medida que se iban secando los mojábamos con agua dulce (…) Después de repetir este proceso cuatro veces notamos que la corteza adquiría mucha flexibilidad pero como el resultado fue de todas las cortezas quebradas nos dimos cuenta que se debía retirar la parte leñosa casi en su totalidad (…) El segundo experimento fue mejor, casi sin parte leñosa adquiría una flexibilidad comparable al caucho”.
La conclusión fue que “el yámana ya sabía algunas cuantas cosas que emplea cualquier carpintería naval, es especial la técnica para poder doblar madera. Nos quedamos admirados de cómo el yámana podía manejar esta especie de primitivo terciado marino cuyo espesor oscilaba entre 3 y 6 mm” (op. cit.).

Autor : Bernardo Veksler
Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina
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