ste día, llega a las Malvinas, procedente de Montevideo, el barco “Napoleón” con “117 personas, quince caballos y provisiones generales para uso de Mr. Lafone”, lo que constituye un aumento sustancial de la población de las islas Malvinas que hasta entonces sólo sumaba 270 individuos.
“Samuel Fisher Lafone era, sin duda, el comerciante más poderoso de Montevideo. De origen inglés y protestante, había dejado Buenos Aires luego de haber sido perseguido, aun con la cárcel, por su matrimonio con la joven católica María Quevedo. En la capital uruguaya, que sufría entonces la llamada Guerra Larga, hizo una enorme fortuna al proveer de carne al ejército de la ciudad sitiada, lo que de hecho lo convirtió en árbitro de la vida política” (Arnoldo Canclini. Malvinas 1833).
Lafone había iniciado conversaciones con Luis Vernet para asociarse en el archipiélago. Pero, el último gobernador nombrado por Buenos Aires estaba más interesado en recuperar sus propiedades y no pudieron alcanzar un acuerdo. Entonces, Lafone decidió continuar solo, “entusiasmado con la perspectiva de aprovechar el numeroso ganado alzado”.
Después del viaje con el “Napoleón”, “el 11 de noviembre el “Vigilante” –que era propiedad de Lafone- llegó con “inmigrantes”, sin precisar el número. En otros veintiún viajes desde entonces hasta 1852, se trasladaron animales y provisiones tanto desde Montevideo como desde “Río Negro”, o sea Carmen de Patagones, pero no se mencionan más pobladores”.
A esos flamantes habitantes se los denominaba “gauchos”, sean criollos o no. “Es fácil entender el impacto demográfico que produjeron. Así es cómo, en el censo de 1851, que arrojó un total de 384 pobladores, cuarenta eran gauchos o familiares y cincuenta “labourers”, o sea un total de noventa personas, como mínimo, ya que también estaban algunos funcionarios de la empresa y que muchos de quienes son mencionados como operarios deberían estar a su servicio. Agreguemos que otras 102 personas respondían al regimiento (25 de tropa y 77 familiares). O sea que estos dos grupos humanos eran más de la mitad de la creciente población”.
A pesar de las oportunidades, la empresa no tuvo el éxito esperado y en 1852 los Lafone debieron resignarse a su transformación en la “Falkland Island Company”, de enorme influencia económica en todos los aspectos en las islas, hasta la fecha” (op. cit.).
