Furlong utiliza el nuevo camino de Bridges para ir a Viamonte
El 31 de enero de 1908

Furlong utiliza el nuevo camino de Bridges para ir a Viamonte

31/01/2018
U

no de los primeros forasteros en atravesar el flamante camino hacia la estancia Viamonte, construido por Lucas Bridges y un grupo de selk´nam, fue el explorador Charles Wellington Furlong, acompañado por guías nativos.
El camino fue el primero que estableció una conexión terrestre entre las costas del Beagle y la atlántica. El trayecto se redujo de tres semanas a seis días. “No obstante, era una ruta dura y cuando el gobernador argentino se animó a conocerla, después de subir dos montañas y llegar a una tercera entre un barranco por el que el sendero continuaba a través de bosques y pantanos, decidió declararla abierta, confiando en la buena fe de sus constructores” (Joaquín Bascopé Julio. Emergencia de una sociedad original en El último confín de la Tierra).
Furlong concluyó exhausto el recorrido. “Hambriento y desorientado”, se entregó al “notable entrenamiento y sentido de la ubicación” de sus guías que, “nunca se quejaban (…) ni se impacientaban”. El explorador percibió tensión entre los nativos y observó que, “en una estimación conservadora, el cincuenta por ciento de los hombres adultos que vi tenían cicatrices de entre una y tres heridas de flecha o bala” (Furlong, C. W., “Into the Unknown Land of the Onas”).
“Para los que no conocían Tierra del Fuego en esos días, puede ser difícil apreciar el grado tensión nerviosa que, incluso en tiempos de paz, constituía la condición mental de indios que desde la infancia habían vivido el papel de cazador o cazado. La intranquilidad de sus cabezas se revelaba en el cuidado con que examinaban todo lo que pudiera parecer una pisada; por la cautela con la que se internaban en la espesura de los bosques y evitaban cruzar los espacios abiertos”. Con ansiedad “observaban una bandada de pájaros que levantaba vuelo, o un guanaco que corría como si hubiera sido sorprendido y especulaban sobre su causa. Pasaban largo tiempo boca abajo, inmóviles, sobre algún promontorio, escudriñando atentamente la extensión de muchas leguas de bosque”. Elegían con mucho cuidado “el sitio donde debían acampar, con posibilidad de escapar o de defenderse en caso de un ataque sorpresa” (J. Bascopé Julio).
La reducción abrumadora del espacio vital de subsistencia, por la expulsión de sus tierras ancestrales, derivaba en continuas matanzas entre los selk´nam por la forzada migración hacia tierras de otros clanes.

Autor : Bernardo Veksler
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