ste día, el “Semanario de la Actividad Territorial” publica un artículo referido al conflicto bélico con Chile que, unas semanas antes, había sido desactivado. La única referencia explícita fue el titulo “¡Gracias muchachos!”, aludiendo a la retirada de las cuantiosas tropas militares que se habían desplegado en la isla y que trastocaron durante meses las actividades cotidianas de los fueguinos.
En el críptico lenguaje utilizado por la prensa oficial del gobierno de Tierra del Fuego, así se aludió al dramático momento vivido: “La Tierra del Fuego está recuperando su apacible fisonomía. Durante algunos meses, las calles de sus ciudades se poblaron de soldados procedentes de todas las provincias argentinas (…) Largas y tensas noches de fogón los sorprendieron tratando de avizorar el horizonte en las horas cercanas al día sin noche del 21 de diciembre. Paradójicamente, ese día, cuando la luz acompañaba todas las horas y un crepúsculo se une con el otro, era cuando más parecía aproximarse la sombría oscuridad de acontecimientos quizá definitorios, quizá definitivos” (citado por Arnoldo Canclini. El periodismo en Tierra del Fuego).
El “Semanario de la Actividad Territorial”, editado por la Dirección de Información Pública, estaba impulsado por el capitán de navío Luis Jorge Arigotti y por la pluma del periodista Amperio Liberali. Se trataba de una especie de boletín oficial, cuyo lema era “Informar sin deformar”.
El medio “no tenía una tirada importante y básicamente hacía conocer las actividades oficiales. La presentación gráfica era modesta y el contenido se relacionaba con el hecho de que era el tiempo del gobierno militar, lo que ciertamente determinaba qué se publicaba” (op.cit.).
La dictadura cívico militar que dominaba el país se había embarcado en una escalada bélica con los militares chilenos, a raíz del diferendo limítrofe sobre la frontera en el canal de Beagle y en su desembocadura atlántica. Las aguas australes se poblaron de unidades de ambas marinas que hacían inminente el enfrentamiento.
Mientras los fueguinos vivían la angustia en directo de la situación prebélica, en el resto del país la censura dosificaba las informaciones sobre el clima de guerra que imperaba en Tierra del Fuego. El choque armado pudo desmontarse gracias a la intervención papal y a la mediación que llevó a cabo el cardenal Antonio Samoré.
