l plan de exterminar a su familia tiene un primer acto: los invita a almorzar sazonando la comida con veneno. Pero, el ingrediente se hace notar y los parientes no comen. Al ver el fracaso de su primer intento, decide dejar de lado la diplomacia e inicia un periplo sangriento de quince horas con su rifle, donde va fusilando a sus tres hermanos, su cuñada, dos de sus sobrinas y a dos peones. Mateo Banks concreta la masacre, este día, en las cercanías de la ciudad de Azul. Sólo se salvan su sobrina de 5 años y la hija de uno de los peones de 4.
Intentó desentenderse de los crímenes, acusando a los peones muertos, pero la declaración de su pequeña sobrina fue determinante: "El que hizo los tiros fue el tío Mateo"(diario La Nación, 20/1/2018).
“Tal como cuenta el escritor Álvaro Abós, Mateo Banks tenía mucho prestigio en Azul. "Era socio del Jockey Club, vicecónsul de Gran Bretaña y representante para el sur de la provincia de la marca de autos Studebaker", describe Abós. Pero fue perdiendo su fortuna, tal vez por su afición al juego. Quizás fue eso lo que lo llevó a codiciar las propiedades de sus hermanos. Y, en su mente macabra, la única manera de acceder a ellos era liquidando a toda su familia” Sus hermanos poseían dos estancias, unos 600 vacunos, 600 lanares y 50 yeguarizos.
Banks pasó de ser un chacarero a convertirse en uno de los mayores asesinos múltiples de la historia argentina y uno de los presos más conocidos de Ushuaia, con el apodo de “Mateocho”.
Cuando el hecho se hizo público, un cronista de la época lo describió:"Es un hombre alto, grueso y fuerte, de buen color. Tiene un completo dominio sobre sí mismo, casi una apariencia serena, sin afectación, y demuestra tener poco más de 50 años. Se ve inmediatamente que es un hombre de campo, con la caracterización típica de su origen británico. Viste correctamente, como cuadra a un hombre de posición holgada. Su aspecto impresiona bien y al contemplarlo nadie imagina que puede pesar sobre él una orden de detención por asesinato múltiple. Su mirada es tranquila, sin altanería y sin inquietud" (op.cit.).
Luego de pasar veinte años en Ushuaia, en 1942, Banks quedó en libertad. Quiso volver a Azul, pero la población lo rechazó. Cambió su nombre por el de Eduardo Morgan y alquiló un cuarto en una pensión de Buenos Aires. Tres años después, resbaló en el baño y murió del golpe, a los 77 años.
