Recibe una cuarta porción de América y sueña con fortunas
el 21 de mayo de 1534

Recibe una cuarta porción de América y sueña con fortunas

21/05/2018
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ste día, el portugués Simón de Alcazaba es beneficiado por el rey Carlos V con la porción más austral de América, la cuarta de las divisiones que el monarca español había concedido.
“La primera se concede a (Francisco) Pizarro. La segunda a (Diego) Almagro (…); doscientas leguas que debían contarse desde donde terminaba por el sur el territorio concedido al anterior. La tercera a Don Pedro de Mendoza”, que “podía llegar con sus conquistas desde el Atlántico hasta el Pacífico. Por último, la cuarta zona, también de doscientas leguas, contadas desde el término austral de los territorios de Mendoza, la concedió el emperador a Simón de Alcazaba. Los privilegios eran iguales. Muy diferentes serían los destinos. Para el uno – Pizarro- la riqueza, el poder la fama de haber alcanzado una de las conquistas más portentosas; para el conquistador del Sur, penalidades, fracaso, la muerte a manos de la chusma que lo acompañó…” (Ernesto Morales. La ciudad encantada de la Patagonia).
Alcazaba era un hombre “elocuente y verboso” y luego de varios años de desplegar sus supuestos conocimientos, la Corte le dio crédito a sus discursos. “Yo le vi e oí jactarse de su esperanza; e decía que pensaba en breve tiempo tener tanta e más renta quel condestable de Castilla, ques uno de los mayores señores de España”, testimonió Fernández de Oviedo. “Y esto decíalo con tanta seguridad y abundancia de verbo, que se lo creían. Y lo creería él mismo, que iba arriesgando todo en la empresa, en la que dejó sus dineros, su crédito y la vida”.
Al difundirse las extraordinarias riquezas que había acaparado Pizarro, los deseos de emularlo se multiplicaron. En septiembre, Alcazaba partió de España en pos de fortuna, con dos barcos viejos y doscientos hombres, “sin los prácticos oficiales, cuyos servicios creyó no necesitar, fiado en esa buena estrella que todos los hombres verbosos encienden en su imaginación con el calor de sus palabras”.
Alcazaba desconocía las características de la zona austral y se encontró con un panorama desolador para sus aspiraciones y las de sus esperanzados tripulantes, quienes se rebelaron ante semejante panorama y terminaron con la vida del conquistador.
Poco después, una de sus hijas solicitó entrar de monja, dado que su padre en su búsqueda de tesoros “gastó toda su hacienda y la de su mujer, de manera que ella y sus hijos no tienen de qué sustentar” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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