esde abril se viene desarrollando una campaña de vacunación en Tierra del Fuego, que culmina en estos días, donde se llegaron a aplicar 140 dosis, a razón de 30 a 40 mensuales. La campaña fue ejecutada por la autoridad sanitaria nacional en todos los territorios nacionales y estuvo centrada en la profilaxis de viruela y difteria. Fue uno de los primeros operativos de prevención sanitaria desarrollados en la isla.
La población fueguina para entonces ascendía a 477 personas, según el Censo Nacional de 1895, de las cuales 225 eran del ámbito urbano y 252 del medio rural. Este censo no tomó en cuenta a la población nativa.
La situación sanitaria era crítica debido a la inexistencia de médicos, como lo reflejaron “las actas de defunción de Ushuaia” que dejan ver “su ausencia durante los primeros años del período analizado (1890-1893), para los cuales las expresiones son extensivas y taxativas: “sin certificado por no haber médico en el territorio”, “a falta de médico legal por no haberlo en el territorio” o “por no existir en la localidad facultativo”. Por otro lado, “una gran proporción de defunciones son generadas por afecciones derivadas de una inadecuada o inexistente atención” (Romina Casali. Salud en los extremos. Escenario epidemiológico y sanitario en Tierra del Fuego, 1890-1930. Rev. Cienc. Salud N°12).
Desde 1904 las campañas de vacunación en los territorios nacionales estuvieron a cargo de la Dirección Nacional de Higiene y fueron ampliando su intensidad. “En la campaña de 1907 fueron vacunadas en la isla 516 personas mediante 10 puestos”.
Tierra del Fuego quedó al margen de las creaciones de asistencia pública que se dieron en 1912 y 1913 en otros territorios.
A pesar de estos intentos, los nativos eran los más afectados por las epidemias. En el caso de los selk’nam mayormente afectados por la tuberculosis “en la misión salesiana La Candelaria, no contaron con la atención necesaria por parte de los religiosos, no solo por su condición de indígenas en conjunción con la filosofía salesiana de una muerte edificante como condición suficiente, sino fundamentalmente por la ausencia de los elementos indispensables para la atención de esta dolencia para la cual aún no existía un tratamiento específico. De todos modos, en ningún caso los salesianos en Tierra del Fuego constituyeron una alternativa sanitaria” (op.cit.)
