Una elevada fiebre amenaza la vida y la expedición de Lista
El 24 de agosto de 1879

Una elevada fiebre amenaza la vida y la expedición de Lista

24/08/2018
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ste día, la expedición comandada por Ramón Lista al interior santacruceño, se ve amenazada por una inesperada enfermedad, que se manifiesta con una elevada fiebre que lo obliga a reposar en el campo en medio de una intensa nevada. “Nada más horrible por cierto, que una enfermedad no prevista, sin elementos para combatirla, abandonado en medio del desierto y teniendo por lecho algunas pieles húmedas (…) que hizo peligrar mi vida” (Ramón Lista. Obras. Tomo 1).
El incidente ocurrió en las lagunas de Romero, “cuyo nombre se debe a un presidiario que huyó a pie de la colonia y murió allí de hambre y frío”.
Tal vez, el cuadro febril se originó en la exposición que tuvieron los expedicionarios a un clima muy hostil: “hicimos una marcha muy penosa por la gran cantidad de nieve que cubría el camino, y las muchas lagunas heladas que con frecuencia teníamos que cruzar a pie, arriando nuestros caballos que se caían a cada instante”.
La enfermedad paralizó la expedición por cuatro días. Recién el 29 pudieron retomar la marcha. En el camino, Lista se había encontrado con “algunos comerciantes de Punta Arenas, que iban en busca de los indios para venderles aguardiente”. Un argentino, llamado Carlos, se sumó a la expedición de Lista.
En un alto de la marcha, el mercachifle contó una historia que reflejó la abnegación y tenacidad de uno de los pioneros que se instalaron en la región. Un inglés muy conocido en Punta Arenas, de apellido Greenwels, “habitaba una casilla de madera construida por él, cerca del Paso del Roble, en el río Gallegos, donde se ocupaba de la caza de ciervos y avestruces, cuyas pieles y plumas vendía en la colonia chilena”.
En el mes de “julio del año pasado, Mr. Greenwels, se resolvió a dejar su habitación de cazador para ir a Punta Arenas en busca de algunos víveres. Dos días después de su partida cayeron grandes nevazones que hicieron casi imposible la continuación de su viaje”.
Cuando llevaba seis días de viaje, “se le murieron los caballos y tuvo que continuar la marcha a pie, comiendo carne cruda, durmiendo sobre la nieve (...) Finalmente ese hombre enérgico, pasó sin saberlo por encima de la Laguna Blanca que por aquel entonces se hallaba helada; pero por dicha suya encontró cerca de allí, después de diez días de marcha a pie, la casa de un español hospitalario que le prodigó toda clase de cuidados” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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