l neozelandés Alexander Allan Cameron, administrador general de la todopoderosa Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, empleaba todo el rigor para consolidar los espacios conquistados. Su trabajo de exterminar nativos lo cumplía con mucho celo y fue uno de los que más conoció la relación de fuerza en el campo fueguino. En estos días expresa que “el problema indio está casi terminado”.
En 1895, Cameron junto a un comando armado atacó por sorpresa a un numeroso grupo selk´nam, en la parte chilena de la isla. El desigual combate terminó con la muerte de todos los que intentaron resistir. Del ataque sobrevivieron 165 personas, en su gran mayoría mujeres y niños, que fueron capturados y llevados a Punta Arenas.
La sangrienta persecución de los nativos generó denuncias ante el juez de Punta Arenas, por el exterminio que se estaba ejecutando. Cameron fue acusado por los asesinatos reiterados que había cometido y se ordenó su detención.
“Esta inesperada situación alarmó al directorio de la Explotadora: la prisión –que duró bastante tiempo- de hombres de su confianza y la consiguiente humillación pública llevó a demandar amparo ante las esferas superiores de la justicia y del Gobierno, estimando la compañía que se la ponía injustamente en tela de juicio ante la opinión pública, mientras en los campos sus trabajadores manifestaron no querer continuar en el cuidado de los alambrados por temor de verse envueltos en consecuencias judiciales” (Mateo Martinic B. La Tierra de los Fuegos).
Los poderosos apoyos de la empresa y la complicidad judicial consumaron el sobreseimiento de Cameron.
El ejecutivo de los Braun fue considerado como uno de los más implacables “cazadores de indios”. El odio que con razón se había granjeado entre los nativos, ocasionó que fuera “atacado a flechazos en Boquerón durante agosto de 1896” (op.cit.).
El militar chileno Arturo Fuentes Rabé dejó una caracterización de Camerón: “Poderoso estanciero, muy conocido en la región (…) fue otro famoso cazador de indios, les disparó por placer y gozó con los padecimientos de sus víctimas”.
En 1915 Cameron decidió jubilarse para ocuparse de su propia finca, la estancia “Maorí” en el partido de Lobería, provincia de Buenos Aires, lejos de su sombrío pasado.
No obstante, en la parte chilena de Tierra del Fuego fue homenajeado, al adjudicarle el nombre de Villa Cameron a una localidad.
