ste día, parte la goleta “Sarandí” desde el puerto de Buenos Aires rumbo a las islas Malvinas, comandada por José María Pinedo. El gobernador Juan Manuel de Rosas había dispuesto el envío de una guarnición compuesta por 26 soldados, al mando del capitán Juan Esteban Mestivier, con el objetivo de reforzar la seguridad del archipiélago ante las incursiones de navíos extranjeros que depredaban la fauna local.
El envío del destacamento había sido solicitado por Luis Vernet quien indicó que “debería enviarse un oficial de confianza con algunas fuerzas (“muy pocos soldados y algunas piezas de artillería”), y armamento para los peones en caso de necesidad”. En el caso que se produjera “un ataque muy fuerte”, y como la gente “se retiraría al interior sin someterse al dominio extranjero quedaría a salvo el derecho de posesión de la República” (Hugo Gambini. Crónica Documental de las Malvinas).
El 10 de octubre se realizó la ceremonia de asunción de Mestivier, con la presencia de “los habitantes de (la isla) Soledad y la tripulación y soldados”.
La “Sarandí” partió para efectuar patrullajes por las islas y el estrecho de Magallanes.
Para Mestivier comenzó una fatal cuenta regresiva. “El 30 de noviembre algunos de los soldados llegados con el nuevo comandante se amotinaron y Mestivier fue asesinado, “ultimado a tiros y bayonetazos”. Los rebeldes fueron sometidos finalmente por soldados leales, peones de la colonia (…) y marinos franceses de la fragata ballenera “Jean Jacques” que se hallaba en el puerto”.
La “Sarandí” regresó a Puerto Soledad el 29 de diciembre y encontró a la colonia “en estado caótico”, debiendo Pinedo “imponer el orden y arrestar incluso (…) a quien inicialmente encargó el sumario y que luego fue acusado de complicidad con los asesinos de Mestivier”. Estos fueron juzgados en Buenos Aires, “en febrero de 1833, siete de los implicados fueron condenados a muerte”.
El 3 de enero, un nuevo hecho sorprendería a los malvineros. El comandante de la fragata inglesa “Clio” “hizo desembarcar en tres botes una veintena de hombres y procedió a izar su bandera entre las casas de Puerto Soledad; luego arrió el pabellón argentino y un oficial de la “Clio” lo transportó a la “Sarandí”. El 4 de enero Pinedo zarpó hacia Buenos Aires con las infaustas noticias que conmoverían a la capital argentina once días más tarde” (op.cit.).
