ste día, el corsario alemán “HSH 9 Michel”, que navegaba en el océano Índico, recibe la orden “de dirigirse a la Antártida para capturar o hundir balleneros y también desembarcar un comando en las islas Georgias del Sur, con el fin de destruir las instalaciones británicas y capturar los buques balleneros” (Pablo Fontana. La pugna antártica).
El comandante del navío “objetó las órdenes referentes a las islas y logró que fueran canceladas. De todas formas, se dirigieron hacia el sur (…) alcanzando dos días después el punto más meridional a 53° Sur y 3° Oeste, para dirigirse posteriormente al Océano Índico. Con este último viaje cesaban las actividades de los buques de guerra del Eje (…) que navegaron esos mares durante” la Segunda Guerra Mundial.
Los buques factorías habían dejado de operar en la actividad ballenera antártica, ante las cuantiosas pérdidas que les habían propinado los corsarios alemanes.
Los buques germanos se mimetizaron con la fisonomía y bandera de diversos países, y tuvieron una intensa actividad durante la guerra en aguas antárticas. Capturaron y requisaron la carga de numerosos barcos, sobre todo noruegos, que cazaban y procesaban la carne y el aceite de los cetáceos.
Una de esas operaciones exitosas fue protagonizada por el “Penguin” que, en enero de 1941, capturó “tres balleneros, once arponeros, 20.000 toneladas del preciado aceite de ballena y 10.000 toneladas de combustible. Paradójicamente, la captura de la flota ballenera noruega se había realizado frente a las costas de la Tierra de la Reina Maud o Nueva Suabia (59° Sur y 02° 30´Oeste), precisamente la región antártica que noruegos y alemanes se disputaban”. En esa operación, “en total los alemanes tomaron 574 prisioneros”.
Frente a estos efectivos ataques, “los británicos reaccionaron con una política de tierra arrasada en la Isla Decepción, a pesar de que los corsarios alemanes no actuaron en la isla y de que la misma se encontraba en el territorio reclamado por Argentina y Chile. Allí, en marzo de 1941, la tripulación del crucero británico “HMS Queen of Bermuda” ametralló los tambores de aceite y los incendió junto con el depósito de carbón, mientras que la planta eléctrica y los tubos de la caldera fueron destruidos con dinamita y cañoneados. Esta factoría había empleado a cientos de hombres y movilizaba capitales de millones de dólares” (op.cit.).
