Viviendas sociales de ATE

Aparecieron más damnificados y citarán a otros 20 testigos

Investigan la presunta venta de viviendas sociales a personas ajenas al sindicato estatal. El juez De Gamas Soler ya escuchó a la decena de imputados que tiene el caso, incluido el secretario general de ATE, Carlos Córdoba. Con las declaraciones se conocieron más perjudicados por la maniobra y también se propusieron nuevos testimonios.
08/11/2018
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a Justicia de Ushuaia ya les tomó declaración indagatoria a los 10 imputados que tiene la causa penal donde se investiga la presunta venta de viviendas sociales de un complejo de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) a personas particulares ajenas al sindicato.
Los acusados, entre quienes se encuentra el propio secretario general de ATE, Carlos Córdoba, declararon ante el juez de instrucción Nº1 de la ciudad, Javier De Gamas Soler, durante todo el mes de octubre.
Fuentes judiciales informaron a este medio que varios de ellos propusieron, a través de sus abogados defensores, la citación de nuevos testigos, con lo que el tribunal se encuentra por estos días produciendo esa prueba antes de avanzar en nuevas definiciones.
“En total son cerca de 20 testigos que están siendo llamados a declarar”, precisaron las fuentes.
Además, de las versiones brindadas por los acusados surgió “la posibilidad de que existan nuevos damnificados por el mismo modus operandi de los casos ya conocidos”, señalaron los voceros consultados.
Es decir que habría más personas que pagaron cifras de dinero diversas (algunas cercanas a los 700 mil pesos) a cambio de una casa del complejo de ATE que fue construido por el Instituto Provincial de la Vivienda (IPV) y que tenía como destinatarios exclusivos a los afiliados al principal sindicato estatal de la provincia.
De confirmarse la aparición de más casos, no se descarta que el juez De Gamas Soler tenga que volver a indagar a los imputados por los nuevos hechos, lo que demoraría la resolución procesal de todos los involucrados, aclararon las fuentes.
También mencionaron que más allá de la complejidad de la investigación “lo importante es que con el paso de los meses se va aclarando cómo fue la maniobra y quiénes fueron lo que la protagonizaron”, indicaron los voceros judiciales.
Córdoba fue uno de los primeros indagados del caso, y aunque se negó a declarar, presentó un escrito donde brindó una explicación sobre uno de los audios que lo compromete.
En el audio extraído del teléfono de Daniel Belbey, el ex integrante de la comisión de viviendas de ATE relacionado con el caso que se quitó la vida el pasado 1 de junio, cuando los hechos se hicieron públicos, Córdoba utiliza la frase “no me trajiste verdes”, que fue interpretada por el fiscal Nicolás Arias como que se refería “a la entrega de moneda extranjera por el supuesto pago para acceder a los listados de las viviendas”.
Sobre ello, Córdoba detalló en el escrito que, en realidad, le había prestado dólares a Belbey, y que su ex compañero de comisión directiva “se los estaba devolviendo en pesos”, de ahí su comentario acerca de si le había “traído los verdes”.
Por otra parte, el sindicalista admitió que fue al IPV a realizar gestiones vinculadas con la construcción del barrio social en Barrancas del Río Pipo, pero negó haber solicitado la incorporación al listado de beneficiarios de viviendas de personas ajenas al gremio.
En ese punto, la afirmación de Córdoba se contradice con el testimonio prestado en la causa por la directora general del IPV, Marta Susana Benítez, quien declaró que tras el rechazo de siete postulantes que no resultaban afiliados, Córdoba “insistió respecto a la incorporación de los mismos a los listados de aspirantes, aún sin encontrarse afiliados al gremio”.
Según el fiscal Arias, la gestión del dirigente de ATE fue realizada “en compañía de Lilian Galli” y “en al menos dos oportunidades, coincidiendo con la nota presentada por Córdoba al ministro de Gobierno solicitando la inclusión de personas ajenas al gremio”.
Galli es otra integrante de la comisión directiva de ATE, ex secretaria de Acción Social, también imputada en la causa.

Los involucrados

Además de Córdoba y de Galli, declaró como imputado Enrique Moscozo Panozo, quien figura como titular de cheques con los que se adquirieron maquinarias viales para la empresa de Miguel Arana (otro imputado, integrante de la comisión de viviendas de ATE) y su pareja, Gisela Escobar, y que a su vez después figura en un contrato de comodato por el uso de esas mismas máquinas.
Esta parte de la causa es la que está enfocada en investigar si existió “lavado de dinero” en la hipótesis de que parte del dinero surgido de la operatoria de las viviendas se podría haber utilizado para comprar máquinas viales, luego alquiladas a terceros, entre ellos varios organismos públicos. Esas maquinarias ya fueron embargadas por la justicia y cedidas al Gobierno en calidad de depositario judicial.
El cronograma de citaciones a prestar declaración indagatoria continuó con Francisco Freire Acosta, titular de la inmobiliaria “Proyectos Inmobiliarios S.R.L”, donde se ofrecieron algunas de las viviendas de ATE (hay que ver si con o sin conocimiento de la maniobra) y con Hugo Fabián Aguirre, relacionado también con la inmobiliaria.
También fueron indagados Leandro Santillán Mulvihill y Omar Alberto Calquín, ambos acusados de haber actuado como intermediarios, y Martín Arana (hijo de Miguel).
Los últimos en declarar fueron Gisela Escobar y Miguel Arana.

10 millones de pesos

El fiscal Arias explicó en una ampliación del requerimiento de instrucción, que el caso involucra a la operatoria de construcción de 128 viviendas sociales en la zona de Barrancas del Río Pipo.
Las casas fueron edificadas por el IPV con fondos del programa nacional “Techo Digno”, en terrenos cedidos por la Municipalidad, y estaba destinadas íntegramente a afiliados a ATE.
Tanto es así que para acceder al listado de posibles beneficiarios hacía falta ser empleado del Estado provincial, estar afiliado a ATE, tener como mínimo dos años de residencia en la provincia, no poseer otras propiedades inmuebles en el país y no haber accedido en el pasado a otra solución habitacional del IPV.
El gremio realizó un sorteo público de los 128 beneficiados en 2011, pero como el IPV rechazó luego parte de ese listado (unos 50 casos) por no cumplir con los requisitos, los gremialistas debían sustituir esos nombres por otros, y fue allí donde se habría pergeñado la maniobra consistente en venderles esos lugares a personas ajenas al sindicato.
En total, la defraudación está cuantificada en casi $10 millones, compuestos por $8.145.000 y 52 mil dólares.

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