Presuntos favores sexuales a cambio de empleo

Testimonios a favor y en contra de Melella en la causa donde lo investigan por abuso sexual

Un ex colaborador del Intendente confirmó que el funcionario recibía hombres en su despacho y en su domicilio, y que algunos de ellos le confesaron que mantuvieron relaciones sexuales a cambio de acceder a un empleo. Pero se trata del mismo testigo que admitió haberle contado a una amiga que se reunió con funcionarios del Gobierno para obtener beneficios económicos a cambio de la información sobre Melella. Y la amiga corroboró esa versión al declarar también en el juzgado. EDFM accedió a copia de ambas testimoniales.
23/11/2018
H

ugo Abel Moya, un ex colaborador del intendente de Río Grande Gustavo Melella, y una amiga de Moya, de nombre Norma Beatriz Gauto, declararon circunstancias que en algunos casos perjudican y en otros benefician, los intereses del funcionario en la causa judicial donde se lo investiga por el presunto pedido de favores sexuales a cambio de empleo.
Hasta el momento se conocían las interpretaciones que el abogado querellante Francisco Giménez, y el defensor de Melella, Francisco Ibarra, habían realizado de ambos testimonios, pero el EDFM accedió a una copia de las dos declaraciones testimoniales.
Moya declaró el pasado 31 de octubre, durante varias horas, ante el juez de instrucción Raúl Sahade, y allí contó que si bien nunca fue custodio del intendente (como se lo presentó en un principio), sí era consultado sobre temas de seguridad por su condición de policía retirado, y que con el tiempo se convirtió en una persona de confianza del funcionario por lo que ingresaba libremente a su despacho y al de sus secretarios.
Según Moya, entró a trabajar al municipio como monotributista (presentando facturas) y luego terminaron contratándolo para cumplir funciones como “jefe de serenos” en edificios públicos, y luego trasladando personas tanto a la intendencia como a los domicilios particulares del jefe comunal.
En ese sentido, relató que “llevó mucha gente” al despacho de Melella, la mayoría “hombres de 50 años, que salían siempre con la misma cara, alterados, enojados, muchos de ellos por la parte de atrás del edificio que da a un playón”.
Dijo que era gente que acudía en busca de empleo, y que muchos salían “ofendidos, con la duda de si iban a entrar a trabajar o no”.
Según Moya, uno de ellos le dijo: “Mirá lo que tuve que hacer para que me dé un laburo. Tuve que bajarme los pantalones para que me haga un oral”.
El hombre contó que también tuvo que llevar gente al departamento de Melella en la calle Anadón. “Algunos eran conocidos, gente con necesidades de trabajo en el campo. Yo le pedía (a Melella) que los atienda porque estaban mal económicamente, pero los conocidos terminaban enojándose conmigo, porque les pedía sexo a cambio de trabajo (…) Hasta que un día le dije que esto no va más, porque me da vergüenza ajena”, relató el testigo en presencia del juez, del fiscal Mayor Guillermo Quadrini y de los abogados Ibarra y Giménez.
Sin embargo, Moya sostuvo, primero, que nunca había ingresado al departamento de la calle Anadón, que siempre dejaba a las personas en la puerta y luego las acudía a buscar cuando el intendente se lo indicaba.
Pero en la misma declaración, admitió –luego- que una vez sí había ingresado a la propiedad, acompañando a un hombre que pedía trabajo. Contó que esperó mientras el funcionario se metía con esta persona en el dormitorio, y que llegó a escuchar a Melella diciendo: “Me la vas a dar. Tenés que ponérmela toda”.
La contradicción entre haber sostenido que nunca entró al departamento y los detalles de este último episodio, fueron marcados por el abogado Ibarra.
No solo eso. A preguntas del mismo abogado defensor del intendente, Moya admitió que en diálogos telefónicos con una amiga (Norma Gauto) le confió haberse reunido con “funcionarios del Gobierno” para negociar la información que tenía sobre el intendente, a cambio de plata.
También reconoció que una de sus hijas recibió una casa del Instituto Provincial de la Vivienda (IPV) y que su hijo trabaja como chofer de un político, aunque negó que ninguna de esas circunstancias tuviera relación con algún tipo de intercambio por la información que poseía.
El juez Sahade citó finalmente a declarar a la propia Gauto. Fue el pasado 7 de noviembre y su declaración fue menos extensa que la de Moya.
Sostuvo que había conocido al ex “sereno” unos meses antes a través de Facebook, que había entablado con él una relación de “amistad”, y que se veían y se enviaban mensajes telefónicos de manera regular.
Según Gauto, Moya le contó a través de esos mensajes, que “gente del Gobierno lo había contactado porque tenía pruebas contra el intendente”.
En una oportunidad, incluso, le confesó que estaba en Ushuaia “reunido con gente del Gobierno”, y hasta le especificó que uno de los participantes del encuentro era “el ministro de Obras Públicas” y que también había otro ministro al que no le conocía el nombre.
El supuesto encuentro de Moya con los funcionarios habría tenido lugar “en la residencia de la Gobernadora, ubicada cerca del barrio Misión Alta”, aunque la mandataria no habría participado de la reunión, siempre de acuerdo a esta versión.
La testigo también agregó que según le contó Moya, uno de los acuerdos al que habría llegado con los funcionarios (a cambio de colaborar en la causa) era la provisión de “máquinas o camiones para trabajar en Tolhuin”, y que incluso el hombre le ofreció a Gauto “entrar a trabajar a Gobierno”, porque ella se encontraba desocupada.

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