Entregan las últimas tierras fueguinas aptas para ganadería
El 28 de noviembre de 1896

Entregan las últimas tierras fueguinas aptas para ganadería

28/11/2018
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ste día, el gobierno chileno concede 15 mil hectáreas a Esmeragdo Campaña. Estas tierras eran “un pequeño retazo de campos en la Tierra del Fuego”, ubicadas “en el extremo noroccidental de la isla (península Juan Mazia) entre las bahías Felipe y Lee” (Mateo Martinic B. La Tierra de los Fuegos).
De esta manera al 1° de enero de 1897 todos los terrenos aparentemente aptos para la crianza lanar habían sido entregados al arrendamiento colonizador. Solamente restaban al sur del grado 54 algunos centenares de miles de hectáreas en su mayor parte bosques, serranías y cordilleras que conformaban el territorio libre, tierras que únicamente en parte admitían ser colonizadas con ganadería”.
Culminaba así una frenética década de concesiones de las tierras fueguinas. Este proceso había comenzado, en la parte chilena de la isla, en 1888, con la entrega por un decreto a la sociedad Werhrhahn, Hobbs y Cia. de “una extensión de 123.000 hectáreas que corrían desde la bahía Felipe hasta la de Porvenir, con diez millas de profundidad medidas a contar de la costa”. Luego, seguirían las enormes concesiones a José Nogueira (180.000 hectáreas) y a su cuñado Mauricio Braun (170.000 hectáreas).
Esta irrupción de ganaderos sobre las tierras ancestrales de los selk´nam generó conflictos de inmediato. Con la llegada de las primeras 600 ovejas provenientes de Malvinas, los nativos vieron la oportunidad de obtener alimento de una manera más sencilla. Así, de esa partida de “ovejas malvineras con las que se inició la dotación, ninguna quedaría al poco tiempo”.
 La sociedad Werhrhahn, Hobbs y Cia. llamó a Thomas Bridges para que medie con los nativos. Este “convocó a un parlamento que tuvo lugar en un paraje situado al interior de Gente Grande; en el acto Bridges instó a los onas a respetar la propiedad de los colonos, circunstancia que no era comprendida por los naturales, para quienes “todo animal que hubiera en ella (en la hacienda) les pertenecía fuera guanaco colorado o blanco…” No sin dificultad el misionero pudo lograr persuadirlos y concluyeron aceptando ser pacíficos, a cambio de raciones alimenticias que les serían suministradas periódicamente por la estancia”.  El pacto no llegó a durar, porque la actitud de muchos ganaderos y sobre todo de los mineros no fue tolerante con los originarios y estos reaccionaron desconociendo los acuerdos, y se desencadenó la violencia.

Autor : Bernardo Veksler
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