ste día, “las fuerzas argentinas interceptaron y desencriptaron un mensaje chileno que hablaba de instalar un refugio en la “cancha de fútbol” de Caleta Balleneros, único posible aeródromo de Decepción, con el fin de adelantarse a los argentinos. Sin embargo, fueron los argentinos los que se adelantaron a ellos, enviando el ARA “Chiriguano” cuya tripulación comenzó la construcción de un refugio el día 14. Allí intercambiaron notas de protesta con la dotación de la estación británica, mientras que los chilenos arribaron recién el día 17 en el ‘Iquique’” (Pablo Fontana. La Pugna Antártica).
Ese mismo día, la dotación argentina finalizaba la construcción del refugio, que fue bautizado “Teniente Cándido de Lasala”, con una dotación de cuatro hombres. Cinco días más tarde, los chilenos culminaron su obra y se marcharon dejando el refugio desocupado.
Ante la avanzada consumada por los sudamericanos, el imperio inglés decidió contraatacar. Envió a la región al crucero HMS “Superb”, con cañones de seis pulgadas y artillería antiaérea. El 15 de febrero, “aprovechando la ausencia de buques argentinos, la corbeta “Snipe” apoyada por la “Birburg Bay” desembarcó en la Isla Decepción a treinta soldados de infantería de marina armados con ametralladoras, rifles y gas lacrimógeno”.
Habían quedado en el refugio dos suboficiales, que “fueron detenidos por la fuerza británica, liderada por dos individuos que alegaban ser policías de Malvinas”. En tanto, el grupo comando destruyó los refugios argentino y chileno. “Rápidamente la “Snipe” zarpó hacia las Islas Georgias del Sur con los prisioneros argentinos a bordo”.
Londres decidió reforzar su dotación de guerra en previsión de un contraataque argentino.
Si bien, los militares argentinos hicieron lo mismo. Buenos Aires decidió recurrir a la vía diplomática.
Pero, la prepotencia británica tuvo el efecto contrario al buscado. El presidente Juan Domingo Perón se encontraba de visita oficial en Chile y acordó una acción común con su par chileno, Carlos Ibañez del Campo. “Juntos protestaron y exigieron una explicación y disculpa por lo sucedido, una posición común que redundaba a su vez en un acercamiento aún mayor (…) en el tema antártico”. Se acordó también “reunir buques militares de ambos países en la Isla Decepción para reconstruir las instalaciones” y que cualquier acción bélica inglesa sería repelida por ambas fuerzas.
