os padres, a veces sacan de las casillas a sus hijos por su lenta adaptación a la exponencial evolución de la tecnología. Es frecuente ver cosas como estas que causan una mezcla de ternura con gracia y rabia. Hoy, los más chicos parecieran venir al mundo ya programados para esa adaptación; sorprende ver a un niño de apenas un año y medio pasar las fotos en una pantalla táctil, o desbloquear el teléfono. Hay que entender que los viejos nacieron en una época donde todo era más simple, donde había tiempo para observar, para pensar, para crear, para arreglar en vez de descartar… ¿No estaremos nosotros perdiendo todas estas capacidades?
