Una exploración de los hombres de Cook termina en tragedia
EL 16 DE ENERO DE 1769

Una exploración de los hombres de Cook termina en tragedia

16/01/2019
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ste día, una docena de hombres de la expedición de James Cook desembarca del “Endeavour”, en la bahía de Buen Suceso, y emprende una misión científica. “Banks y el doctor Solander, con sus ayudantes y criados, con dos marineros para llevarles el equipaje, acompañados” por el cirujano y el astrónomo, “salieron del barco con el propósito de penetrar cuanto pudieran tierra adentro, para volver a la noche”. Esperaban atravesar el bosque y encontrar “un territorio nunca visitado por los botánicos” (John Byron y James Cook. Navegantes ingleses en los canales fueguinos).

Después de atravesar el bosque, tropezaron con un pantano que obstaculizó la marcha. El día luminoso se fue nublando, para luego oscurecer, se acentuó el frío y comenzaron a soplar súbitas ráfagas de viento helado, hasta que empezó a nevar.

Al llegar a las montañas, los botánicos comenzaron a recoger muestras de vegetales. Los  expedicionarios juzgaron imposible el regreso e iniciaron la búsqueda de un refugio para pasar la noche.

Por su experiencia, sabían “que el frío excesivo, particularmente cuando viene acompañado de fatiga, produce un entumecimiento y una somnolencia casi irresistibles”. Aleccionaron al grupo de tener en cuenta que el “que se siente, se dormirá; y el que se duerma, no despertará más”.

A pesar de ello, Solander fue el primero en manifestar esos síntomas. No pudieron convencerlo, se sentó y quedó dormido al instante. Cuando intentaron despertarlo para informarle que contaban con un refugio y un fogón, unos minutos después, ya los músculos de las piernas no le respondieron; pero con ayuda lograron movilizarlo. También un asistente se sintió entumecido y cuando fue advertido de lo que le pasaría, respondió: que “no deseaba más que echarse al suelo y morir”. Y no pudieron despertarlo. Dejaron un par de hombres para cuidarlo, uno de ellos, al poco tiempo, repitió esos síntomas.

En ese momento, comenzó a nevar con intensidad, haciendo más dramática aún la situación y dificultoso el rescate de los compañeros.

Al amanecer, evaluaron que de los doce expedicionarios que habían partido, “dos se suponían muertos, tan enfermo se hallaba un tercero que se dudaba si podía marchar” y un cuarto estaba en riesgo de recaer en un ataque que había tenido si se fatigaba.

En esas condiciones, emprendieron el retorno que fue menos tortuoso de lo esperado y sin nuevas víctimas.

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