El regalo de la música
Recitales de verano

El regalo de la música

J4zZ T4ng0, proyecto integrado por Ruben Nievas, Luis Nievas, Jorge Rodríguez y Rodolfo Planes, abrió el viernes la vigésima edición de los Recitales de Verano. La presentación es la primera de cinco fechas que se realizará los viernes en la Casa de la Cultura.
21/01/2019
A

minutos de empezar, la sala está llena. A pesar de que los recitales de verano llevan veinte años de existencia, o quizás justamente por eso, no cabe un alfiler. La apertura del ciclo, que se extenderá durante cinco viernes, corre a cuenta de Ruben Nievas, figura reconocida en los circuitos de música local.

Esta vez, la propuesta es una presentación denominada Cierra los ojos y escucha, del proyecto J4zZ T4ng0, extraño nombre cuya visualización tipográfica, si se mira bien, se asemeja a las ondas que podrían emanar de una trompeta que improvisa una melodía de jazz. Si bien no habrá trompetas, el clima de jazz sobrevendrá casi desde el primer momento. Pero al principio lo que prevalece es el tango: luego de las presentaciones y agradecimientos de rigor, aparece en el escenario Jorge Rodríguez, de camisa y corbata, y ejecuta con maestría una melodía tanguera en su bandoneón. Primera confesión: vine al recital y me senté en la butaca sin el mejor de los humores.

Además de la melodía de Rodríguez, cuyo origen no soy capaz de identificar (probablemente sea de autoría propia), también llega a nuestros sentidos la corporalidad de la ejecución. Vale decir: el sonido de las teclas del instrumento, la posición del ejecutante, la relación de Rodríguez con el instrumento. Cuando Rodríguez termina sonríe al público, feliz, al tiempo que aparece Ruben Nievas en el escenario. Vestido de chaleco y sombrero, es evidente que esta es una noche especial. Entre los dos se entregan a un instrumental conjunto entre teclado y bandoneón. A lo largo de toda la velada no se notará la diferencia entre tango y jazz; en cierto sentido, es una noche sin fronteras.

Ruben Nievas presenta el ciclo, agradece a la organización, y propone un juego: ellos van a interpretar canciones de tango que van de 1930 a 1960, con arreglos y frases de clásicos del jazz. Nosotros, el público, tenemos que descubrir las referencias. Entre otros, interpretan Fuimos, de José Damés, luego Chiquilin de Bachin, del gran Piazzolla.

 Cierra los ojos y escucha no es una consigna vacía sino que se materializa primero en los músicos: en lugar de mostrarse en pose de Músicos Profesionales, la actitud de Nievas, Rodríguez, y luego Luis Nievas en batería y Rodolfo Planes en bajo, es más bien de escuchar, escucharse.

Tocan El último café, y luego otra pieza de Damés, Y nada. Segunda confesión: a esta altura de la noche, tengo una epifanía. Estos tipos son felices, me digo. Están dando lo mejor de sí. Se nota en la música, en la perfección de las piezas, en el ensamble. Se nota en los arreglos, en la vestimenta. Se nota en la sonrisa de Rodríguez cuando termina sus piezas de bandoneón, en Ruben Nievas cuando cierra los ojos en medio de un tema y logra ese aire tan propio de soundtrack de película, en Rodolfo Planes cuando improvisa con el bajo pasado por sintetizadores, se nota en la dedicación de Luis Nievas. Estos hombres, pienso, me están dando un regalo y yo, con mi desánimo, soy indigno de él. La música, como todo tipo de arte, es un regalo. Automáticamente mi humor mejoró: al fin y al cabo estoy vivo, la música es una celebración, ya no solo de los veinte años de los Recitales de Verano y de la posibilidad de hacer música en una sala tan bella y con un público tan ávido, sino que también es, lisa y llanamente, una celebración de la vida.     

Otras piezas que se interpretan libremente esta noche son Ausencias, de Piazzolla, Trenzas, que alguna vez interpretó Edmundo Rivero, y El día que me quieras. A lo último y a modo de despedida, tocan los clásicos Volver y Por una cabeza, este último muy cruzado con el jazz y en tresillos. El público aplaude de pie. Ante el pedido e insistencia de una última canción, Luis Nievas vuelve a la batería y toca un solo que luego se enlaza con Libertango. De nuevo, y ya seguros del fin, el público aplaude de pie.

Yo también me paro y agradezco.

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