ste día, los tripulantes de la “Santa María de la Victoria”, la nave capitana de la expedición comandada por Fernando de Magallanes, divisan “en la margen septentrional a náufragos de la “Santi-Spiritus” y los subieron: eran el hidalgo D. Hernando de Bustamante, el tesorero Juan de Benavidis y el clérigo Juan de Areizaga” (Jorge A. Taiana. La gran aventura del Atlántico Sur).
Los navíos expedicionarios cuando llegaron al cabo de las Once Mil Vírgenes echaron anclas atraídos por la abundancia de peces. “En bajíos y zanjas, miles, millones de peces resultaban atrapados en hoyas hacia donde se precipitaban infinidad de aves pescadoras”. Pero, “una de las frecuentes e imprevisibles tormentas australes, empujó las naos hacia tierra, esa noche del 14 de enero. La “Santi-Spiritus”, con su capitán Juan Sebastián Elcano, “naufragó. Nueve tripulantes murieron ahogados. El Ángel de la Buenaventura había dejado de proteger al marino victorioso de la “Victoria”. El mar embravecido destrozaba las embarcaciones, parte del bastimento flotaba o rodaba en la playa, arrojado por las olas. Todas las naves tuvieron que alijarse y varias piezas de artillería y gran parte de la carga fueron tiradas por la borda”.
De Areizaga describió así el siniestro: “amanesciendo, se les entró una tormenta muy grande de mar y viento sudueste y oessudueste, donde dejó la nao “Santi Espiritus” (…), luego comenzó la nao a garrar sobre tierra, donde se perdió, y se ahogaron nueve hombres”.
Pero, las dificultades no cesaron: “Después de la tempestad, cuando la “Anunciada”, a la que había subido Elcano, la “Santa María del Parral” y la “San Lesmes”, intentaban embocar el Estrecho, un vendaval del oeste puso otra vez en peligro a la flota. La “Anunciada” navegó por el océano abierto pero regresó al día siguiente encontrando a las otras dos naves más allá de la primera angostura, surtas en la bahía (…) cinco hombres fueron enviados para auxiliar a la gente de la “Santi-Spiritus”, la nao naufragada, y recoger cuanto material pudiera salvarse”
La “Santa María del Parral” con Elcano y la “San Gabriel”, que “traía una parte de los náufragos y la mercadería de la “Santi-Spiritus”, fondean para reparar los destrozos. También la “Santa María de la Victoria” y la “San Lemes” se detuvieron para tareas de restauración y las “tuvieron varadas ocho mareas para remediarlas”.
