ste día, el hidroavión “Boreas” de la Expedición Antártica Alemana ameriza en la costa de la Tierra de la Reina Maud y comienza el período más conflictivo de la historia antártica.
El régimen nazi se atrevió a incursionar en ese continente, a pesar de encontrarse vigente el “Tratado de Versalles” que expresamente “prohibía a Alemania realizar cualquier anexión sobre la Antártida” y de “la anexión de Austria en marzo de 1938” (Pablo Fontana. La pugna antártica).
El gobierno alemán tomó esa desafiante medida por la imperiosa necesidad que tenía de los insumos de la industria ballenera, que compraba a proveedores noruegos o británicos.
El aceite de los cetáceos era lo más relevante. Pero, “de las ballenas también se extraen hormonas, vitaminas y diversos productos farmacéuticos, cuyo consumo iba en aumento durante la época. Por otro lado, la demanda del aceite aumento luego de que se comenzara a implementar su hidrogenación, lo cual conlleva la diversificación de sus posibles usos. También desde el punto de vista militar, este producto era de gran importancia en caso de guerra, ya que podía ser almacenado por tiempo prolongado para ser utilizado en la producción de alimentos. Además poseía importancia militar directa como lubricante de precisión y en la elaboración de explosivos como la nitroglicerina”.
Alemania era “el mayor comprador de aceite de ballena, consumiendo la mitad de la producción mundial”. A partir de 1935, se propuso autoabastecerse. Con ese fin, planificó la construcción de una flota ballenera, a pesar del bloqueo que sufría, obtuvo a través de Noruega todos los insumos que necesitaba.
“Junto a la caza ballenera, el régimen nazi también poseía otros motivos, más precisamente de índole geoestratégico, para apropiarse de una región antártica. La derrota de la Primera Guerra Mundial había significado para Alemania la pérdida de sus puertos en diversos océanos. Antes de ese conflicto contaban con sus colonias africanas, además de una base naval en China y posesiones en el océano Pacífico, disponiendo así bases de reaprovisionamiento en todos los océanos (…) Alemania disponía entonces de bases en el océano Índico con la Somalia italiana, y en el Pacífico con el Imperio del Japón. Sin embargo, en el Atlántico Sur no poseía ningún puerto seguro desde la pérdida del África Sudoccidental Alemana en 1915 (hoy Namibia)” (op.cit.).
