os están haciendo creer -muy de a poco- que no merecemos algunos lujos en la vida, como lo es comer un rico asado. Los precios son cada vez más exorbitantes, los salarios no se ajustan a este desequilibrio económico y los pequeños gustos van quedando relegados para unos pocos, o para un muy de vez en cuando. Pero, muchachos, el asado no es un lujo… la carne y el fuego forman parte de un ritual que nos congrega desde épocas pretéritas; es parte de nuestra cultura, es la esencia de la felicidad misma con forma de vaca. ¡Que el asado nunca