ste día, la tripulación del barco neozelandés “San Aspiring” captura, en el antártico mar de Ross, un calamar gigante de media tonelada de peso y una longitud de ocho metros, considerado un ejemplar joven, dado que en la adultez puede alcanzar a veinte metros de longitud y treinta toneladas de peso. Sus ocho tentáculos pequeños pueden alcanzar a unos tres metros y los dos grandes a catorce metros.
Generalmente habita las aguas circundantes a la Antártida, a diez mil metros de profundidad, y se alimenta de peces y pequeños calamares, sirviendo a su vez de comida de los cachalotes, con los que sostiene titánicas batallas. Hasta tal punto que las primeras observaciones científicas, en 1925, se hicieron sobre los restos encontrados en los estómagos de estos cetáceos.
Antes de esta precisión de los biólogos, estos animales nutrían las leyendas de los hombres de mar, quienes aportaban escenas espeluznantes de su súbita aparición desde los fondos marinos.
El ejemplar capturado fue congelado y, unos meses después, diseccionado por un grupo de científicos neozelandeses. "Son muy raros. Este es uno de los aproximadamente seis especímenes que se han conseguido", explicó la directora de entorno natural del Museo “Te Papa” de Nueva Zelanda. El ejemplar está "completamente intacto y en una condición fantástica (…) El primer objetivo fijado por los científicos es determinar el sexo del espécimen, aunque las primeras hipótesis apuntan a que se trata de un macho, ya que las hembras suelen ser de un tamaño mayor (…) Después de ser examinado, el calamar colosal será embalsamado y preservado" (Agencia Europa Press, 1/05/2008).
El descomunal tamaño es la característica más destacada de este calamar, pero también la poca frecuencia con la que es visto. Se sabe muy poco de cómo y dónde viven estos animales, aunque siempre han sido detectados cerca de la Antártida, pero lo que sí se sabe seguro es que deben ser unos oponentes formidables, puesto que poseen un gran pico y garfios giratorios en el extremo de sus tentáculos con forma de porra. En 1861, a la tripulación del buque francés “Alecton” le demandó un combate de tres horas conseguir la captura de un calamar de unos siete metros de longitud.
En 1856, el zoólogo danés Johan Japetus Steenstrup, aportó como testimonio un "pico" de calamar de 11,5 centímetros de longitud, para establecer su existencia.
