ste día, tres aviones Lincoln, la aeronave “Cruz del Sur” y dos bombarderos argentinos sobrevolaron las instalaciones británicas de la isla Decepción. “Algunos diarios extranjeros hablaron de “vuelos desafiantes” y del inicio de una “guerra fría” en la Antártida o incluso de una “guerra abierta” entre Argentina y el Reino Unido” (Pablo Fontana. La pugna antártica).
La acción argentina fue en respuesta a la incursión británica del 15 de febrero, cuando “la corbeta “Snipe” apoyada por la “Birburg Bay” desembarcó en la isla Decepción a treinta soldados de infantería de marina armados con ametralladoras, rifles y gas lacrimógeno” para detener a los dos suboficiales que se encontraban en el refugio “Teniente Cándido de Lasala”. Además, los británicos destruyeron “el refugio chileno y el argentino, ambos ubicados en Caleta Balleneros y construidos un mes atrás”, también robaron “documentación secreta” sobre “la campaña antártica argentina de ese año”.
“El exabrupto anglosajón tuvo el efecto contrario al buscado ya que en el momento en que los hechos se hicieron públicos, (Juan Domingo) Perón se encontraba en Chile visitando a (Carlos) Ibáñez del Campo, presidente de ese país. Al entrar en Valparaíso fue recibido por una multitud con innumerables banderas de ambos países. Juntos protestaron y exigieron una explicación y disculpa por lo sucedido; una posición común que redundaba a su vez en un acercamiento aún mayor de los dos países sudamericanos en el tema antártico frente al Reino Unido”. Ambos mandatarios hicieron sendas presentaciones ante la OEA y el Tratado de Río de Janeiro.
“Si bien en Santiago se discutió la posibilidad de responder con las fuerzas armadas a la agresión, finalmente se desistió de hacerlo y cuando los chilenos reconstruyeron el refugio en la temporada 1954/55 los británicos no protestaron. Los argentinos continuaron con su despliegue de fuerzas” navales y aéreas en toda la jurisdicción antártica.
“La sociedad argentina no se mantuvo al margen del conflicto (…) en Buenos Aires estalló la furia antibritánica al conocerse la noticia del atropello. Una gran manifestación enfurecida, en su mayoría compuesta por obreros y estudiantes, se reunió frente a la embajada de ese reino con carteles como “Muerte a los usurpadores ingleses” y la policía debió intervenir para evitar que ingresaran a la representación” (op.cit.).
