Llegan enfermeras para el hospital de guerra de Malvinas
EL 4 DE ABRIL DE 1982

Llegan enfermeras para el hospital de guerra de Malvinas

04/04/2019
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ste día, Alicia Reynoso y cuatro de sus compañeras llegan a Comodoro Rivadavia, para montar el hospital reubicable, que había sido adquirido a Estados Unidos. Las enfermeras iban para atender a las víctimas de los combates en Malvinas.
Todo había sido sorpresivo, en la víspera  había llegado a la base aérea de El Palomar, le entregaron un arma, y al comprobar la cantidad de soldados preparados para embarcar, tomo cabal conciencia de que se iba a una guerra de verdad. Había gritos, euforia, llantos. La subieron a un avión lleno de soldados que le decían de todo, a ella y a sus cuatro compañeras, de su misma condición”  (Alicia Panero. Mujeres invisibles).
Se habían capacitado como instrumentistas quirúrgicas y asimiladas como militares.
Alicia tenía 23 años y  pasó allí los peores días de su vida, “rodeada de horror, maltrato, dolor y sangre”. Una noche, “la del terror en toda la ciudad, la de la amenaza de bombardeo al aeropuerto, no habían construido aún el refugio, por lo que debió meterse en una cloaca.  Por debajo de sus rodillas pasaba el agua podrida y las ratas. Nunca tuvo tanto miedo,  hasta que fue superado, por el de la llegada de los heridos.  Los primeros llegaron con pie de trinchera, muertos de frio y mal alimentados. Las lágrimas brotan en los ojos de Alicia, el recuerdo de la compuerta del avión abriéndose, y la imagen misma de la tragedia. Cientos de heridos, gritos, llantos, plegarias. Muchos llamaban a sus mamás, muertos de miedo y de dolor.  Llegaban destrozados, llenos de esquirlas, con fracturas expuestas. La mayoría tenía dieciocho años”.
La tarea de Alicia consistía, junto al médico, en clasificar los heridos, acomodarlos en el hangar, y administrar los sueros con morfina.  
“Recuerda al prisionero inglés, no saben cómo llegó ni de donde, permaneció unos días en el  hospital reubicable, y ellas lo atendieron. Estaba aterrado, alterado por la idea de que pudieran  fusilarlo, ellas debieron dejar su armamento para atenderlo y hacerlo custodiadas. Fue una situación extraña. Peligrosa, de la que también les prohibieron hablar”.
Su condición de mujer le dio un plus (…) pudo ser amiga, hermana, novia, madre, llegaban en tan  malas condiciones,  que algunos ni siquiera sabían dónde estaban”. Las mujeres de Malvinas “fueron muchas veces tablas de salvación de esas almas tatuadas por la guerra” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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