Utilizan un inusual método de pesca bajo hielo en las Orcadas
EL 24 DE MAYO DE 1923

Utilizan un inusual método de pesca bajo hielo en las Orcadas

24/05/2019
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a dotación de las islas Orcadas del Sur emprende una excursión para implementar un inusual método de pesca.
La dotación estaba integrada, además del argentino Juan Moneta, por el dinamarqués H. Valentiner y los alemanes E. Bruhns, O. Zeiger y R. Plagge. Este último, fue el encargado de llevar adelante la innovadora técnica.
Llevaban tres meses en la Antártida y ya estaban hartos de que su dieta se basara esencialmente de carne de pingüino. La solidificación de las aguas marinas les permitió aplicar un procedimiento típico de los relatos de aventuras: hacer un hoyo en el hielo para pescar a través de él.
Sus compañeros lo habían visto dedicarse con esmero a la confección de un anzuelo de original diseño: “un trozo de plomo del grosor de un dedo y de diez centímetros de largo”, al que le dio una “forma similar a la de un pececillo”, con “un agujero en la cola, por donde pasa la línea. En el extremo libre, es decir en la cabeza, tiene cuatro anzuelos, o más, con la punta dirigida hacia arriba” (José Manuel Moneta. Cuatro años en las Orcadas del Sur).
Los pescadores partieron llevando “un pico y una pala para limpiar el agujero practicado en el hielo”. Plagge llevaba solamente “la línea de pescar y el anzuelo o arponcillo antes descrito, cuyo plomo había sido cuidadosamente pulido hasta dejarlo brillante”. Al ser consultado sobre la carnada, respondió: “No es necesaria en estos lugares; los peces se dejarán ensartar solos”.
Colocaron el trineo “atravesando el agua que el hielo dejaba descubierta (…) Los bordes de hielo, ya de más de veinte centímetros de espesor, resistían bien ese peso”. Estaban “a unos ocho metros del fondo al que distinguían nítidamente (…) El anzuelo llegaba hasta un metro de aquel fondo”.
“No habían transcurrido veinte segundos cuando vi pasar a gran velocidad, rozando el anzuelo, una forma negruzca (…) como de treinta centímetros de largo y después otras que llegaban de todas direcciones (…) el brillo del plomo les llamaba considerablemente la atención”.   
Cuando Plagge dio un tirón hacia arriba, “vi que dos peces quedaban ensartados al anzuelo”. Al sacarlos, se pudo apreciar que “estaban cubiertos de escamas; tenían cabeza grande y boca muy ancha, el lomo color grisáceo y el vientre amarillento. Su aspecto exterior no era atrayente, pero más tarde comprobé que su carne y su sabor no tenían nada que envidiar al del pejerrey” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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