l “Hoorn” se incendió en las costas de la Patagonia y la expedición debió continuar con un solo navío. En enero de 1616, el “Eendracht” entró a un pasaje marino que bautizaron “Le Maire” y, tras varios días de navegación, divisaron tierra más al sur, que denominaron "Kaap Hoorn". El nombre luego derivó en cabo de Hornos y fue considerado como el extremo austral de Tierra del Fuego. Recién ocho años después se pudo precisar que se trataba de una isla integrante del archipiélago.
De esta manera, se inauguró una ruta que fue muy utilizada por los barcos mercantes que conectaban Europa con Asía y Oceanía.
El tránsito se intensificó en el siglo XVIII con el notable aumento del comercio mundial requerido por la expansión industrial que se operaba en Europa. Desde allí se llenaban las bodegas de productos elaborados con nuevas tecnologías y regresaban abarrotados de materias primas como algodón, lanas, granos y oro, entre otros.
También era la ruta utilizada para conectar ambas costas de los Estados Unidos.
La elevada cantidad de naufragios que se produjeron en ese tránsito no fue un impedimento para el desarrollo de esta peligrosa ruta marítima, pesaba mucho más la avidez de fortunas que el riesgo que implicaba su navegación.
Llegó a tal punto la consideración de los que superaron el desafío del cabo de Hornos, que los marinos que sobrevivían al ímpetu de sus aguas y a las tempestades en la confluencia de los dos océanos recibían un arete de oro, que colocaban en su oreja izquierda y lucían con orgullo toda su vida.
Luego se conformó una cofradía que nucleó a los que se atrevieron y pudieron contar la aventura. Un monumento en el cabo de Hornos los homenajeó, reflejando la templanza y valentía de los que navegaron por esas aguas.