Ingleses adquieren caballos en Buenos Aires para las Malvinas
EL 21 DE JUNIO 1841

Ingleses adquieren caballos en Buenos Aires para las Malvinas

21/06/2019
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n una nota, fechada este día, el contralmirante E. D. King solicita al comandante Frankland, al mando del navío ‘Perl’ –unidad dependiente de la división naval del Río de la Plata-, “la adquisición en Buenos Aires de dieciséis a veinte caballos, y de seis recados, debiendo encargarse también del ulterior transporte de estos elementos a Malvinas. Las monturas habrían de ser fuertes y de óptima calidad, y no como las fabricadas en Brasil, de poca duración” (Ernesto J. Fitte. Crónicas del Atlántico Sur).
Esta iniciativa de la jefatura de la armada británica en Río de Janeiro, respondió a la solicitud efectuada por el teniente John Tyssen, a cargo de la administración de las islas Malvinas, quien había demandado la adquisición de equinos para utilizarlos en la captura del abundante ganado cimarrón que circulaban por las praderas de las islas.
La situación era crítica para la población malvinera, debido a las dificultades para autoabastecerse de alimentos. A pesar de ello, los habitantes de la capital de las islas estaban rodeados “de cuarenta mil cabezas de ganado, según estimación hecha por el capataz de los gauchos”. Para abastecerse sólo contaban con “catorce vacas lecheras y de ciento noventa vacunos medianamente amansados”; de ellos “dependía el suministro de leche y carne para alimento de la población”.
La principal prioridad de la administración de Tyssen fue “aumentar a todo trance las reservas, mas para eso se requería aumentar antes el número de caballos a emplearse en las faenas de encierre. Y aquí se daba otro absurdo; los pocos que había estaban enfermos, viejos y lesionados, y ello sucedía mientras cuatro mil potros y baguales disparaban libremente por los valles y quebradas de la Gran Malvina”.
Para resolver esa paradoja, ya se habían adquirido, el año anterior, “cuatro padrillos, veinte yeguas, tres potrillos y dos potrancas, comprados en la capital porteña con asesoramiento del cónsul inglés radicado en la ciudad”, pero habían resultado insuficientes.
La población de Puerto Luis, entonces el único núcleo urbano, estaba en pleno retroceso. En un “recuento efectuado, los residentes empadronados ascendían a veinticinco personas en conjunto, excluidos los niños que no pasaban de doce”.
Por esa razón, Frankland fue autorizado a “la contratación de varios gauchos de la provincia, que voluntariamente quisieran trabajar en las islas” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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