Nativos afirman haber matado al bandolero Asencio Brunel
EL 9 DE SETIEMBRE DE 1900

Nativos afirman haber matado al bandolero Asencio Brunel

09/09/2019
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lrededor de esta fecha, la tribu capitaneada por Kankel, que estaba acampada a orillas del río Senguer, sorprende a Asencio Brunel cuando “intentaba cruzar temerariamente el río Guenguel helado, quebrando la capa de escarcha que lo cubría, uno de los perseguidores lo tumbó de un tiro de Winchester, y luego lo quemaron para no dejar huellas”. Esta versión fue recogida por “Clemente Onelli, el pertinaz explorador de los Andes”, cuando “encontró un cadáver medio carbonizado en los toldos de Quilchamal, un anciano que le dijo que eran los restos del bandolero” (Hugo Chumbita. Jinetes Rebeldes. Historia del bandolerismo social en la Argentina).
Brunel fue uno de los tantos bandoleros que asolaron la región a principios del siglo pasado. “Recorrió toda la Patagonia y sus peripecias se convirtieron en leyenda. En los valles más escondidos de los Andes tenía sus reservas, donde dejaba pastando las caballadas. Al parecer riñó con algunas tribus, aunque también actuó en sociedad con otras”.
Su infortunio comenzó con el crimen de un hombre en la disputa por una mujer y luego sostuvo también alianzas y enemistades con los uniformados. “Ascencio le confesó a un criador inglés que fueron los policías, chilenos y argentinos, quienes lo empujaron a robar y contrabandear caballos. De uno y otro lado de la frontera lo mandaban a que cruzara para traerles animales, que siempre les hacían falta. Si los traía lo recompensaban, y si no, le daban palos y azotes. Hasta que un día les dijo basta”.
También su mito se fue construyendo con capturas y fugas. “Se cree que estuvo detenido en la cárcel de Rawson, de donde se habría fugado en 1895. Una vez lo habían detenido y esposado en el segundo piso del cuartel de Trelew. Quiso la casualidad que el comandante viniera a dejar su caballo con las riendas en la montura, justo debajo de la ventana donde estaba Asencio, y este saltó sobre el animal, alejándose a la carrera; las esposas aparecieron luego tiradas cerca del río. Otra versión narra que lo prendieron en Río Gallegos, cuando se arrimó al pueblo a buscar tabaco, y a pesar de que lo tenían engrillado, al día siguiente había desaparecido llevándose el parejero del jefe de policía”.
En los relatos de sus andanzas no estaban ausentes las mujeres, era habitual que secuestrara jóvenes de las tolderías, que eran devueltas varios días después, sin que las muchachas supieran decir donde estuvieron.

Autor : Bernardo Veksler
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