Un francés logra que una familia yámana le regale dos perros
EL 7 DE ENERO DE 1883

Un francés logra que una familia yámana le regale dos perros

07/01/2020
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lrededor de esta fecha, el francés Pierre Hyades toma contacto con una familia yámana y obtiene, luego de mucha insistencia, “que le obsequiaran un par de ejemplares (…) con el fin de mantenerlos como mascotas (…) los nativos, no muy seguros de las intenciones del blanco, le entregaron dos cachorros (…) que finalmente se los llevó a su casa de Punta Arenas, en donde los crió entre almohadones, durante todo ese año” (Jorge Daniel Vilches. El perro fueguino. Revista Todo es Historia N°461).
En setiembre de ese año, Hyades decidió su retorno a Francia, ya “encariñado con ‘Tapan’ y ‘Katekita’, macho y hembra, tales los nombres indígenas cuyo significado se desconoce, decide llevárselos a París, como perritos falderos”.
El francés realizó “el único dibujo a mano alzada de esta raza que ha llegado a nosotros; en él que se pueden observar detalles precisos en sus notas: ‘tomado desde su pequeño talle, el perro fueguino –dice con orgullo de sus perros- se destaca por sus orejas derechas, grandes, muy puntiagudas; además tiene el aspecto de un animal más bien salvaje que doméstico, que lo hace parecer un chacal. El color de su pelaje es extremadamente variable, puede ser uniformemente de un gris leonado, o marrón, que hace contribuir a aumentar su semejanza con éste último; con frecuencia también el color blanco forma el fondo y el cuerpo está veteado de grandes manchas negras (Tapan) o leonadas (Katekita)’”.
Fue el único registro dejado por Hyades del casal de perros fueguinos introducidos en Francia. Es de suponer que la pareja pudo procrear su descendencia y que, tal vez, su descendencia aún este presente en la genética de los canes que conviven con los franceses.
Darwin también describió a los canes fueguinos: “su pelaje es usualmente duro, áspero y rara vez sedoso, oscuro o negro; también hay entre los fueguinos varios perros casi blancos, o con agradables manchas negras en la cabeza y el lomo (…) tenían las orejas paradas, largas, puntiagudas, el hocico angosto como el de un zorro y la cola inclinada hacia arriba, formando una mata de pelo” (op.cit.).
Los perros, que compartieron con los canoeros su trajinar por los canales fueguinos, tuvieron un destino común con el de sus dueños. Cuando su cultura se fue apagando, los canes acompañaron sus tragedias. Se desconoce su adopción por parte de los colonizadores y su posible fusión con las razas introducidas.

Autor : Bernardo Veksler
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