Al intentar someterla agreden a la nativa apodada ‘La gorda’
EL 3 DE MARZO DE 1900

Al intentar someterla agreden a la nativa apodada ‘La gorda’

03/03/2020
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ste día, un informe policial da cuenta de lo ocurrido en el “rancho de Indios en la Misión”, donde un agente policial concurre ante “los gritos de auxilio y encontró a la ‘India María’, lesionada en la cabeza de bastante gravedad. Contó que varios individuos habían estado en el rancho y uno de ellos la golpeó. María, conocida como la gorda, era casada, no pudo precisar su edad ni nacionalidad. Ella sólo hablaba su idioma nativo e inglés que le habían enseñado los misioneros anglicanos” (Jorge Castelli y Patricia Halvorsen. Esas mujeres).
El policía logró la asistencia de un hombre que pudiera entender a la mujer y pudo tomar la denuncia contra “Juan Meyer, ex presidiario y peón de José Ramallo” por “haberla golpeado en la cabeza con el taco de una bota porque no quiso entregarse a él”.
“El acusado explicó que estaba en el rancho con Nicolás Caprio, Pablo Ferreira, Sandalio Romero y un ‘indio’, y que había ido allí para acompañar a una india que se encontraba totalmente ebria”. Ferreira declaró que “fue al rancho la Gorda a las 11 de la noche y estuvo bebiendo con varios indios y peones entre los que se encontraba Meyer. Romero declaró que fue a la Misión a las 7 de la tarde en compañía de Napoleón Cortés y se quedó allí toda la noche”.
Según Silvana Cecarelli  las nativas fueron incorporadas a una prostitución de bajo costo “en ranchos adaptados para el fin en la península, en las cercanías de lo que había sido la Misión Anglicana. Para ello, se trasladaban en chalanas, después que los bares y prostíbulos de la localidad cerraban, ya que allí no se realizaba tanto control. El servicio estaba disponible hasta altas horas de la madrugada, y era más barato. Igual que el resto de las mujeres eran sometidas a todo tipo de vejaciones” (El Penal Fueguino).
En tanto, Mario Moreno esclarece al respecto relatando el consejo de la abuela Julia a sus nietas: “no dejarse tentar por los viajes ofrecidos por algunos yaganes a las jovencitas para conocer Ushuaia. Los hombres al cruzar en sus canoas para trabajar en la esquila en Harberton, podían ganar algunos pesos para gastar posteriormente en la localidad del lado norte del canal. Llevaban, según ellos ‘chucherías’ para cambiar por víveres. Pero una de esas mercancías eran muchachas yaganas, por no decir niñas, que eran entregadas por el precio de una botella de caña”  (Alayala (Adiós) citado por Castelli - Halvorsen).

Autor : Bernardo Veksler
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