El rey de Araucanía y Patagonia busca una esposa en Francia
EL 4 DE MARZO DE 1872

El rey de Araucanía y Patagonia busca una esposa en Francia

04/03/2020
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rllie Antoine I publica en el periódico “La Corona de Acero” una “Epístola de amor a las señoritas casaderas de Francia y en el extranjero”. El francés, autoproclamado rey de Araucanía y Patagonia, se proponía “tener pareja para compartir su trono” (Alberto Sarramone. Orllie Antoine I. Un rey francés de Araucanía y Patagonia).
Un año después, el monarca confirmó haber tenido éxito en su convocatoria: “Gabinete de su majestad el rey. Mi querido hermano: El sábado último fui a la casa de la señorita de Percy, mi prometida, regresé a París ayer. Mi matrimonio debe tener lugar próximamente, tan pronto como mis ocupaciones me lo permitan…”
La búsqueda de una consorte fue parte de una ofensiva mediática de Orllie Antoine I para instalar en Francia la sensación de que su proyecto monárquico estaba consumado. Para ese entonces, su reino “ya tenía bandera, escudo, Constitución, documentación y proclamas”; además, había instituido “la Orden de la Cruz del Sur”, lanzó “títulos de nobleza y de préstamos”, acuñó “moneda en cobre de dos centavos y en plata de un peso que llama “patacón” (…) Todas llevan su nombre, el escudo y el nombre de su imaginado reinado”. También creó “una nueva orden de caballería (…) Tuvo cuidado de anunciar que todo periodista que defendiese su causa tendría la seguridad de ser nombrado caballero”.
También intervino proponiendo soluciones a la aguda crisis política y social que afectaba a la sociedad francesa: “El 30 de abril de 1872 abre una suscripción de 30 millones de francos y anuncia: Que cada uno dé cinco francos por año, y yo me encargo de desembarazar a todo el mundo de los miembros de la Internacional, comuneros, comunistas y comunalistas, petroleros y de todos los desheredados del mundo, enviándolos a mi reino. Veo en eso un gran bien para Francia y Europa que los saque de su seno y también para mis Estados dónde todo está por hacer, sin obstáculo alguno como los males y prejuicios de un mundo demasiado viejo”.
Esta descabellada iniciativa que pretendía congraciarse con sus compatriotas, se combinó con una carta supuestamente confidencial donde anunciaba: “dentro de unos pocos días volveré a partir (…) conozco en la cordillera de los Andes minas que son tesoros; yo los voy a hacer extraer tan pronto como sea posible y tengo la esperanza de que me procuren recursos considerables” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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