Arlt describe ejercicio patagónico de “contemplación” grupal
EL 13 DE ENERO DE 1934

Arlt describe ejercicio patagónico de “contemplación” grupal

13/01/2022
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n la edición de este día del diario porteño ‘El Mundo’, Roberto Arlt publica una nueva aguafuerte sobre la región patagónica, que en esos días estaba recorriendo. El tema de su observación era el llamativo ejercicio de “contemplación” grupal que se lleva a cabo habitualmente en el puerto de Patagones.
Una mañana pudo visualizar que comenzaban a aparecer ciudadanos que, “munidos de sillas y bancos”, se instalaban “en las veredas en grupos de dos o tres” y comenzaban “a mirar cómo corren las aguas del río (…) y varios de aquellos ciudadanos eran tan cortos de mano, por no decir de genio, que en vez de traer el banco de su casa, entraban al bodegón y salían con una silla cuyo respaldar colocaban de manera que en él pudieran apoyar el brazo mientras la espalda la arrimaban a la pared” (Carlos Espinosa. Roberto Arlt en la Patagonia).
En algunas vinerías colocaban bancos “con capacidad para tres o cuatro ciudadanos. Y mientras yo abría la boca, pues era la primera vez en mi vida que asistía a semejante espectáculo portuario, llegó un hombre de una sola pierna, con dos muletas, y se ubicó de inmediato en un banco, y entonces no pude menos de acordarme de ‘La isla del tesoro’ y del famoso pirata de una sola pierna y cara ajamonada. Me acerqué al insigne estropeado y le pedí permiso para sacarle una fotografía, a la cual el hombre, imperturbable y magnánimo, me respondió: -Por mí saque todas las que quiera. De manera que si la foto no se ha velado, tendrán el gusto de conocer a uno de los contemplativos de la calle Roca”.
Frente a otro bodegón, “descubrí un grupo de viejos de pelo amarillo, sacos azules y pantalones color canela. Contemplaban el río y, para no perder detalle alguno de él, comenzaban a mirarlo a las ocho en punto de la mañana, lo cual pinta muy bien a las claras el fervor que tienen los nativos de Patagones por su hermoso río”. Otro grupo “permanecía sentado en un malecón, las piernas al aire, escupiendo al río, y siguiendo cada uno con la mirada su mancha de saliva, hasta que la perdía de vista. Y estos eran hombres mal entrazados que en otros puertos hubieran hombreado bolsas o muy pesados bultos, pero aquí estaban desde temprano dedicados a las arduas tareas de la contemplación”.
Esta no es una disciplina que se pueda improvisar, “se requiere una larga práctica del ‘dolcefarniente’, de fiaca graduada y vagancia dosificada” (op.cit.).

Autor : Bernardo Veksler
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