Colaboración

El cuidado en Tierra del Fuego

17/09/2014
P
or María Paula Schapochnik (*)

Recientemente se dieron a conocer los resultados de la primera encuesta realizada en la Argentina para medir la participación y el tiempo que varones y mujeres le dedican al trabajo no remunerado y al tiempo libre. Algo señalé en el encuentro anterior respecto a los motivos por los que es necesario conocer y dar valor a estas tareas.
Las mujeres se han incorporado masivamente al empleo rentado (formal y no formal), y son éstas quienes mayormente se ocupan de las tareas de cuidado. Ciertamente, a mayor nivel económico, más posibilidades de contar con ayuda, aunque la realidad muestra que en forma directa o supervisada, lo doméstico es mayormente un campo femenino.
Es oportuno, amén de los resultados de la encuesta, identificar concretamente que es el trabajo no remunerado, porqué es fundamental su valoración, y en última instancia, quien o quienes son responsables por todo el universo de actividades que se requieren para concretar el derecho a cuidar y a ser cuidado.
La encuesta nacional sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) correspondiente al Primer Trimestre del año 2013, exhibe unos resultados para los varones de nuestra provincia que merecen ser conocidos y pueden consultarse en http://www.indec.mecon.ar/uploads/informesdeprensa/tnr_07_14.pdf.
Esta define al trabajo doméstico como todas las actividades no remuneradas para prestar servicios para el uso final propio en el hogar que comprende limpieza de la casa, aseo, arreglo de ropa, preparación y cocción de alimentos, compras para el hogar, reparación y mantenimiento de bienes de uso doméstico y todas las actividades de cuidado de niños –incluido el apoyo escolar y aprendizaje – , de personas enfermas o adultos que lo requieran.
La noticia relevante es que los varones fueguinos son quienes más participan en dichas actividades (tasa de participación), acercándose a la participación de las mujeres, y más horas diarias les dedican en comparación con sus pares de otras jurisdicciones. Estamos más cerca del trabajo y el cuidado compartidos entre hombres y mujeres que en cualquier otra provincia, pero aún falta.
El mayor involucramiento de los hombres en las tareas de cuidado requiere antes que nada reflexión y conciencia de tod@s. Reflexión en torno al género, y los roles que se asignan, a la incorporación de nuevos discursos sobre la paternidad y la maternidad, destacando que se trata de proyectos importantes, pero que son opcionales, y no naturales.
Conciencia en torno a la trascendencia de la paternidad activa y comprometida, asumiendo que el cuidado compartido favorece el desarrollo potencial de la familia y proporciona relaciones más igualitarias, menos violentas, y nuevos modelos de socialización para las próximas generaciones.
Sin embargo las resistencias al cambio son aún muy fuertes: los hombres se siguen identificando con el ideal tradicional de paternidad proveedora, por lo que en su mayoría no reivindican los cuidados como un derecho. Por otra parte la organización del trabajo productivo también dificulta su mayor compromiso (basta con analizar el ordenamiento jurídico laboral).
Las disposiciones que articulan trabajo y familia en general se refieren exclusivamente a los derechos de las mujeres, asumiendo su doble función de trabajadoras y madres.
Una herramienta sumamente importante para el cambio es la modificación paulatina de los marcos institucionales y legales por cuenta del Estado, a partir de su incorporación en agenda de estos temas, con un objetivo claro.
La licencia parental de titularidad indiferenciada es un cambio trascendente en ese sentido, y por lo visto en Tierra del Fuego ha marcado una – pequeña – diferencia.

(*) Abogada. Magister Interdisciplinaria en Familia.