Colaboración

Violencia e interés público

01/10/2014
P
or María Paula Schapochnik (*)

Resultaría sumamente ambicioso pretender abordar la problemática de la violencia de género en algunas líneas, por eso creo importante que nos interroguemos en relación a dos cuestiones: por un lado pensar porque la violencia se ha instalado como un tema de interés para la sociedad y luego reflexionar respecto a que violencia es la que motiva dicho interés, para comprender un poco mas el proceso en que nos encontramos.

I. De la transformación de la violencia en un tema de interés público.
No caben dudas que el tema se ha instalado entre nosotros con aciertos y errores respecto de sus abordajes o expresiones. Escuchamos y leemos noticias en relación al tema casi en forma permanente, con el riesgo de naturalizarlo y perder de vista su gravedad.
Señalé que fue el movimiento feminista quinen sacó del ámbito privado a la esfera pública varios de los problemas asociados al género. Lo domestico, lo que sucedía en la casa no se veía, y lo que no se ve, no se nombra. La violencia resultó el problema mas grave que gobernaba silenciosamente las relaciones interpersonales, de lo que comenzaron a hablar el feminismo y las agrupaciones de mujeres.
De a poco la violencia se fue transformando en un problema público. Existen hoy distintos sujetos movilizados, comprometidos y con iniciativas en relación al tema. Las estructuras organizativas formales e informales influyeron de manera fundamental en la amplitud del intercambio y debate entre los actores y las acciones que se emprendieron hasta hoy.
Igualmente es posible que algo haya cambiado en el plano de la cultura, y que los viejos paradigmas no se ajusten a la realidad actual. Debieron pasar muchos años de gobiernos democráticos para que esto impacte también en las relaciones entre las personas.
El problema de la violencia ha ingresado a la agenda institucional, lo que obliga a traducirlo a las distintas lógicas para que luego dé lugar a normativas nuevas, programas o servicios públicos (Guzmán, 2000). Parecería que en esa etapa nos encontramos.
Es adecuado que esto suceda ya que a ello se ha comprometido el Estado Argentino en diversos foros, que concluyeron en convenciones internacionales y regionales de derechos humanos. La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (conocida como de Belem do Pará) son muestras acabadas de esa intensión.
Igualmente, y aunque existieran legislaciones provinciales, en el año 2009 se sancionó la Ley Nacional 26081 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las Mujeres en los ámbitos en los que desarrollen sus relaciones interpersonales. Todas expresiones legislativas de una creciente preocupación.

II. ¿Qué violencia?
¿Pero cual es la violencia que comenzamos a nombrar? La violencia en el ámbito familiar, la violencia contra los más débiles de las relaciones interpersonales no es algo de lo que se hablara como un tema de interés público, en público. Esto que parece un juego de palabras implicó que la casa, el espacio domestico dejó de ser un reducto privado donde imperaba la ley del mas fuerte. Comienza a señalarse que lo que sucede en este espacio, si provoca daños, si genera sufrimiento debe ser una preocupación del Estado (expresado en los cuerpos legislativos, pasando por las fuerzas de seguridad, la salud, la justicia, las instituciones educativas, etc.).
En el año 2002 la Organización Mundial de la Salud definió a la violencia como “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. Esta definición ubica la violencia en el plano de una relación asimétrica y la relación históricamente asimétrica es la de los varones con las mujeres –aunque no la única, si de suma relevancia–.
Así, la noción de violencia queda indefectiblemente asociada a la de género. Será la perspectiva de género la que aportará una mirada al entendimiento de las relaciones interpersonales, al de la sociedad en general y al de las diferentes problemáticas de violencia contra las mujeres, que tendrá en cuenta la diferencia sexual como construcción social (Velázquez, 2003).
La violencia de los varones hacia las mujeres – también hacia niños y niñas – ha sido históricamente amparada por la cultura, y por las leyes a lo largo del continente, sin embargo, es hoy entre nosotros un asunto social que ha logrado atención gubernamental. Entonces algo ha empezado a cambiar. Es importante que continuemos interesándonos y destinando recursos para mejorar la calidad de vida de quienes se encuentran atravesando violencias.

(*) Abogada. Magister Interdisciplinaria en Familia.