Historias Mínimas

Qué me importa el después

27/11/2014
P
or Norman Munch

Dale Viejo, venite.
Hacele una gambeta a San Pedro, al destino, al tiempo, y venite.
Poneme la camiseta, besemos a Mamá, a Elda, y salgamos para la cancha.
Llevame de la mano bordeando el Roca, respiremos el olor a grasa que sube desde esas vías recalentadas por el sol.
Mirá, ahí pasa el tren a Constitución, qué linda es la Chanchita. Pero me gusta más el último vagón del otro tren, el vagón naranja, el que lleva al guarda.
Contame contra quién jugamos, cómo van en la tabla. ¿Ataja el Mono para nosotros?, ¿juega Donaires?, ¿quién va de nueve?
Apuremos que estamos cerca, escuchá cómo canta la hinchada. Hacé la cola para las entradas, mientras me mirás de reojo. Yo me quedó acá, paradito a un costado, no te preocupes que me cuida hasta que vengas el viejito que se sienta siempre al lado nuestro.
Dame otra vez la mano y entremos, vamos a sentarnos en las mismas plateas de chapa de siempre, pintadas de celeste.
Fijate cómo saltan en las tribunas, los papelitos, el equipo levantando los brazos.
Yo no miro el partido, te miro a vos levantarte, sentarte, levantarte, sentarte. Te agarrás la cabeza, alentás, te enojás, puteás. De pronto quedás a mitad de camino, ni parado ni sentado, y están todos como vos, el viejito también. Me vuelvo hacia el césped pelado y ahora entiendo, ¡¡viene, viene!!
¡¡¡¡¡Goooooollllll!!!!! ¡¡¡¡¡Goooooollllll!!!!!
Y me abrazás, me alzás, me besás, y yo también grito ¡¡¡¡¡Goooooollllll!!!!
Seguís sufriendo hasta el final, hasta que el árbitro lo termina. Uno a cero. Y me volvés a abrazar, a alzar y a besar. Y te abrazás con el viejito, y con el tipo de arriba, y este otro me palmea, y a pura sonrisa me dice a los gritos ¡¡¡ganamos pibe, ganamoooos!!!
Y hacemos el camino de vuelta, el mismo camino de esos miles que saltaron y cantaron con nosotros. Y llegamos a casa, y besamos a Mamá, a Elda, y les contamos que jugamos bien, que la cancha estuvo llena, que el viejito no faltó.
Y pasan las horas, llega la noche, hay que bañarse, comer y a dormir que mañana tengo que ir a la escuela y vos a trabajar.
Dale Viejo, venite. Quebrá la cintura y esquivá a la muerte, a Dios y a María Santísima.
Vos podés, sé que podés. Como aquélla vez en el potrero de la esquina, el potrero de las historias de fantasmas, el potrero de los fusilados, cuando nos hiciste ganarles como cien a uno a los pibes más grandes.
Dale Viejo, venite. Que Temperley volvió a Primera, hoy es domingo y tenemos que ir a la cancha.
Aunque sea por última vez.
¿Y después?...
Qué me importa el después.
Qué me importa.

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