Repasando la Historia

La Argentina se hace cargo de Tierra del Fuego

18/12/2014
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or Lucas Potenze (*) (Especial para El diario del Fin del Mundo)

Hay momentos en que se puede decir, sin temor a equivocarse, que la historia “se acelera”, es decir que comienzan a ocurrir cosas a un ritmo inédito en sitios donde hasta entonces la vida se deslizaba casi sin darse cuenta.
Eso fue lo que ocurrió en Patagonia y Tierra del Fuego a partir de 1877. En ese año murió el ministro de Guerra, Adolfo Alsina, quien era partidario de un avance paulatino sobre los territorios aborígenes de la Patagonia, y el presidente Nicolás Avellaneda nombró en su lugar al joven general tucumano Julio Argentino Roca, quien a la sazón apenas tenía 34 años.
Pero, aunque joven, Roca ya era un veterano: había estudiado en el Colegio de Concepción del Uruguay, donde en 1861 fue movilizado durante la guerra entre la Confederación y Buenos Aires. En la batalla de Pavón había tenido su bautismo de fuego y luego participó de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, tuvo a su cargo la represión de los levantamientos de Felipe Varela y de Ricardo López Jordán y había sido comandante de la frontera en el Río IV. Le sobraba experiencia en cuestiones militares pero, a su vez, su conocimiento de la tierra y de los hombres, y las negociaciones en que se había involucrado con jefes indios y oficiales de Estado Mayor, lo habían convertido en un hábil político a quien, si algo no le faltaba, era visión estratégica, capacidad de liderazgo y ambición.
Llegó al Ministerio con una idea clara de cómo darle un corte definitivo a la cuestión indígena, que costaba al erario público la bonita suma de $f 2.361.199 anuales. Propuso realizar una campaña ofensiva sobre las tolderías que se extendían hasta el Río Negro y, en un período de menos de dos años, ocupar ese territorio para el gobierno argentino. Para eso, pedía la suma de $f 1.500.000 que se podían obtener mediante una suscripción con garantía de las mismas tierras que se iban a conquistar. El presidente Avellaneda aceptó la propuesta y el Congreso la aprobó con mínimas modificaciones, referidas más que nada a las formas de financiamiento, y así fue que, entre 1878 y 1879 se realizó la ocupación militar de las tierras por donde durante siglos habían deambulado los aborígenes tehuelches y araucanos, operación conocida como “campaña del desierto” o “conquista del desierto” pero cuyo nombre oficial fue “Expedición a la Pampa y Río Negro”.
Al mismo tiempo, en octubre de 1878 Avellaneda creó la gobernación de la Patagonia, con capital en Mercedes de Patagones (Viedma) quitando de la jurisdicción de Buenos Aires las tierras que se extendían entre el río Negro y el canal de Beagle . Su primer gobernador fue el coronel Álvaro Barros, uno de los mejores conocedores de la cuestión indígena, quien ya había ocupado la gobernación de Buenos Aires pocos años antes.
Como es sabido, con el prestigio ganado en esta campaña, sumado a su notable capacidad para tejer alianzas, al año siguiente Roca alcanzó la presidencia de la República.
Como decíamos en un artículo anterior, en menos de nueve meses logró firmar el tratado de límites con Chile y a partir de allí la Argentina poseyó la Patagonia y Tierra del Fuego de pleno derecho, es decir que el resto de los países reconocía nuestra soberanía sobre estas tierras.
Entonces, lo primero que había que hacer era conocerlas; para lo cual se enviaron expediciones científicas a explorar el territorio, analizar sus recursos naturales, describir su flora y su fauna, levantar mapas, estudiar los cursos de agua navegables, determinar en el terreno la demarcación de límites, proponer los mejores lugares para fundar poblaciones y todas las demás tareas necesarias para realizar una efectiva ocupación de un territorio que ocupaba casi un tercio del país.
Es en ese marco que gracias a la propuesta del presidente de la Sociedad Geográfica Argentina, Estanislao Zevallos, se organiza la Misión Científica a Patagonia y Tierra del Fuego, financiada por el gobierno y llevada a cabo por el marino, científico y aventurero italiano Giacomo Bove. La nave que transportó a la expedición era la corbeta “Cabo de Hornos”, de la Armada Argentina, cuyo capitán era nuestro conocido Luis Piedra Buena, y su comitiva estaba formada por reconocidos científicos argentinos e italianos, como el doctor Doménico Lovisato, geólogo y mineralogista, , el Dr. Darío Vinciguerra, zoólogo, y el Dr. Carlos Spegazzini, naturalista y botánico perteneciente al Museo de La Plata. Entre los jóvenes oficiales que hacían sus primeras experiencias marineras en dicho viaje venía el guardiamarina Estevan De Loqui, quien una veintena de años después sería gobernador de la Tierra del Fuego.
La expedición permitió conocer aspectos hasta entonces ignorados de un territorio que por primera vez era visitado por una expedición oficial, y dio como resultado una buena docena de estudios científicos que permitieron un mejor conocimiento de nuestra isla. Las conferencias que, a su retorno, los especialistas de la expedición pronunciaron en la Sociedad Geográfica fueron un éxito de público fuera de lo común y los diarios les dieron amplia cobertura.
En 1884, se dictó la Ley 1532 sobre la organización de los territorios nacionales, que dividía la gobernación de Patagonia en los distritos de Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego: casi la tercera parte de la República, con una población calculada en menos de 10.000 personas dentro de las cuales había un alto porcentaje de población extranjera. A diferencia de las provincias, los territorios nacionales no elegían sus gobernantes y sólo estaba previsto que, cuando alcanzaran los 30.000 habitantes podrían erigir legislaturas territoriales y al llegar a 60.000 podrían solicitar el estatus de provincia.
¿Qué significaba esto para Tierra del Fuego donde aún no existía un solo poblador con ciudadanía argentina? Pues que algo había que hacer; debía explorarse, debía conocerse, pero por sobre todo, debía poblarse. Pero ¿quién querría ir a instalarse en un territorio atravesado por vientos indómitos y leyendas truculentas? Eso era todo un problema, pero Roca lo resolvió, en un principio, con la creación de dependencias navales en la zona, que serían el origen de las futuras ciudades patagónicas. Dentro de ese plan estaba la fundación de dos subprefecturas en el territorio de Tierra del Fuego, una en Ushuaia y otra en la isla de los Estados, y para ello, a mediados de 1884, se encomendó al coronel de marina Augusto Lasserre que dirigiera la expedición más numerosa que hasta entonces había navegado los mares patagónicos.
Y aquí entramos en un terreno bien conocido por todos los habitantes de nuestra ciudad, pues cuando los 12 de octubre de cada año celebramos el Día de Ushuaia, estamos recordando la fecha en que, el comandante de la Armada Argentina, Augusto Lasserre hizo flamear por primera vez la bandera argentina en territorio fueguino.
Es un tema lo suficientemente importante como para dedicarle nuestro próximo artículo.

(*) Historiador. Profesor de Historia.