ste día, la expedición comandada por el militar retirado Pablo Araguatí parte hacia las Malvinas con el fin de explotar el ganado bagual. Los empresarios Jorge Pacheco y Luis Vernet habían sido tentados por el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Martín Rodríguez, el año anterior.
Pacheco era acreedor del estado y el gobernador le hizo la propuesta con el propósito de cancelar esos pasivos.
Araguatí emprendió la misión junto a Emilio Vernet, hermano de Luis, y contó con “la goleta ‘Rafaela’ y el bergantín ‘Fenwick’ con veintiséis gauchos y cinco caballos” (Marcelo Beccaceci. Gauchos de Malvinas).
La noticia de la abundancia de ganado bagual se había conocido en 1820, luego del naufragio, en febrero, de la nave francesa ‘Uranie’. Los náufragos cazaron “tres caballos salvajes para alimentarse y en marzo comienzan a establecer campamentos a pocos kilómetros de la playa donde faenan caballos, potrillos, bueyes y hasta cerdos, lo que les asegura la alimentación. Unas semanas más tarde son rescatados de las islas, por entonces deshabitadas, y llegan a salvo a Montevideo, a bordo de la nave bonaerense ‘Mercury’ (…) Este hecho fue muy conocido, y las declaraciones de los náufragos acerca de la enorme abundancia de ganado salvaje y del intenso tráfico marítimo en la zona despertaron en las autoridades de Buenos Aires el interés por el control de las islas (…) frente a las depredaciones de loberos y balleneros extranjeros”.
La expedición de Araguatí chocó con “un impedimento insalvable: los caballos que habían sobrevivido al viaje se hallaban flacos y enfermos, y demasiado débiles, como para ser útiles y recorrer el suelo malvinense, rico en turba blanda, que provocaba que se hundieran frecuentemente en el terreno, por lo que debían ser especialmente entrenados. Los hombres terminaron caminando hasta 20 kilómetros en todas direcciones y solo encontraron grupos de toros salvajes. Muy pronto se acabó la carne, la galleta y la pólvora para cazar”.
En marzo llegó un refuerzo con sesenta caballos. No obstante, la “expedición terminó siendo un fracaso” y quedaron “abandonados a su propia suerte ocho de los hombres (…) y solo 22 de los 60 caballos enviados”.
“Pacheco quedó desilusionado con las extremas dificultades de la empresa, por lo que decidió limitarse a su aspecto financiero, dejando la colonización en manos de Vernet” (op.cit.).
