ste día, se produce una fuga masiva de presos de la cárcel de Neuquén que alarmó a la población patagónica y ocupó los titulares de los principales diarios del país.
“Luego de reducir a los vigilantes y apoderarse de las armas y municiones, los presos ganaron la calle haciendo descargas para alejar a los vecinos curiosos, sin provocar desmanes contra vidas y propiedades del lugar (…) Para cuando el grupo en su retirada asaltó” un comercio en “Arroyitos, cortando hilos del telégrafo y aprovisionándose de caballos para continuar en dirección al Cuy, una fuerza de 150 hombres de la Marina estaban arribando a Neuquén” para “cuidar a la población, ya que la persecución quedaba a cargo y responsabilidad de la policía” (Ernesto Maggiori. Historias de frontera).
Una partida policial había logrado capturar en el paraje Vista Alegre a siete de los evadidos. “Otro grupo, perseguido de cerca es obligado a entregarse”, dos fueron detenidos y otros dos “al intentar resistirse son ultimados a balazos. Dispersos por el territorio los presos buscan cruzar la frontera, algunos ya lo intentaban solos, tal es el caso de Daniel Bresler (sudafricano), que logró llegar a Chile (…) El grupo más numeroso vagaba por la pampa de Loncoluán en dirección a Zainuco”. Allí, 17 presos se refugiaron en una casa para comer y descansar. Son detectados por un comando policial, que rodea la propiedad y se desata un tiroteo, que termina con la muerte del líder del grupo y el resto se entrega. Pero, “un segundo grupo aprovechó un descuido de los policías, para apoderarse de unos fusiles e intentar escapar por las bardas”, todos ellos fueron ultimados.
“Separados por escasos 700 metros de la población, la cárcel de Neuquén no solo significaba una preocupación y un peligro, sino que era evidente que si la población carcelaria seguía creciendo como venía sucediendo y los guardias encargados de vigilar a esos 162 reclusos eran apenas 12, algo ocurriría en cualquier momento (...) los presos escaparon sublevándose en contra de un sistema carcelario inhumano y corrupto. No solo existía abandono de persona por parte del Estado, ya que muchos presos permanecían encerrados, aún cuando habían terminado de cumplir sus condenas, sino que cómo luego se comprobó, se daba el caso de un recluso a quien el juez le había solicitado una pena de seis meses por delitos menores y hacía 19 meses que estaba detenido” (op.cit.).
