Colaboracion - Por Norberto Schapochnik

Ratificación del convenio marco de control de tabaco, ¿oportunidad perdida?

08/11/2005
U

na nación puede alejarse de la comunidad internacional de muchas formas y por variados motivos: incumpliendo contratos, tal como nuestro Estado lo hiciera en la crisis de 2001; desconociendo a las instituciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial o la Organización Mundial de Comercio; ignorando acuerdos internacionales de protección del medio ambiente o de limitación y control de armas de destrucción masiva; "escondiendo" información sanitaria (tema reiterado durante alarmas internacionales como la de la gripe aviar), jurídicas (violaciones a los derechos humanos) o militares (instalaciones nucleares).
Tales conductas presentan probables beneficios, al priorizar supuestos intereses nacionales por sobre los acuerdos internacionales; pero también implican los costos políticos, económicos, sociales y culturales del aislamiento generado. Claro que los beneficios y los costos estarán en relación al poderío de las naciones: EE.UU. puede darse el "lujo" de interpretar libremente reglas de libre comercio, ignorar el Protocolo de Kyoto de preservación ambiental, no adherir al juzgamiento de sus ciudadanos acusados de delitos contra la humanidad, o invadir unilateralmente otros países.
Estos párrafos pretenden introducir la cuestión de qué beneficios y costos podemos esperar de la negativa de nuestro Parlamento a ratificar el Convenio Marco de Control de Tabaco (CMCT) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Implicancias del CMCT

Este Convenio constituye el primer tratado internacional de salud pública en la historia de la humanidad. Fue aprobado por la OMS en Mayo de 2003, tras negociaciones iniciadas en Octubre de 1999.
Es un acuerdo general, que cada país puede adaptar a sus características e intereses nacionales, con el objetivo de "…proteger a las generaciones presentes y futuras de las devastadoras consecuencias sanitarias, sociales, ambientales y económicas del consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco". Algunas de esas consecuencias entre nosotros son: Casi 35% de los adultos argentinos y aproximadamente el 38% de los fueguinos son fumadores regulares; Cada día comienzan a fumar 500 niños y adolescentes argentinos, a edades cada vez menores; Los adolescentes de Tierra del Fuego presentan la mayor prevalencia de fumadores entre las provincias argentinas; 60% de los no fumadores están expuestos diariamente al humo del tabaco; la proporción entre los adolescentes no fumadores es aun mayor; Cada día mueren más de 100 argentinos de enfermedades provocadas por el tabaco, a una edad entre 10 y 25 años menor que si no fumaran. Esa cifra incluye una sorprendente cantidad de personas que nunca fumaron en forma activa; Cada día se gastan unos $ 12.000.000 en la atención de enfermedades provocadas por el tabaco.
El CMCT propone enfrentar la situación a través de diversos ejes de acción: Prohibición o regulación de la publicidad, promoción o auspicio de productos del tabaco; Disposiciones sobre el empaquetamiento y etiquetado de dichos productos; Protección a los no fumadores en los lugares de trabajo, transportes y sitios públicos cerrados; Combate al contrabando de tabaco; Prohibiciones de venta a menores de edad; Aumento de impuestos y precios y desaliento a la venta libre de impuestos; Reglamentación y divulgación del contenido de los productos del tabaco; Educación, comunicación y sensibilización del público; Promoción del abandono del tabaco y tratamiento de la adicción; Estímulo al dictado de leyes y al desarrollo de acciones judiciales.

Vigencia del CMCT

La primera condición para la entrada en vigor del CMCT era su ratificación (es decir la aceptación definitiva, que en nuestro país implica la aprobación legislativa) por cuarenta naciones. Dicho acontecimiento ocurrió el 27 de febrero de 2005. A la fecha, unos 170 países han suscripto el CMCT, de los cuales 100 lo han ratificado. El 8 de Noviembre vencía el plazo para que las naciones depositen sus instrumentos de ratificación y queden habilitadas para integrar la "Conferencia de las Partes", órgano de ejecución y conducción del Convenio, que celebrará su primera reunión en febrero de 2006.

¿Y por casa cómo andamos…?

El Presidente de la Nación firmó el CMCT y solicitó su ratificación al Congreso en septiembre de 2003. A la fecha, penosamente se ha logrado dictamen de algunas Comisiones del Senado de la Nación, sin que exista fecha establecida para su tratamiento en el recinto y el envío a la Cámara de Diputados.
Como resultado, Argentina quedará fuera, por propia decisión, de la Conferencia de las Partes. Recordemos que la Conferencia de las Partes tiene por funciones, entre otras, la de promover el financiamiento para la aplicación del tratado y la ayuda a alternativas a la producción de tabaco, como la diversificación de cultivos.
El resultado es producto de la oposición de los senadores representantes de provincias tabacaleras, presidentes o conspicuos integrantes de las Comisiones que debían expedirse sobre el CMCT y varios de ellos empresarios del ramo, asesores de la industria o "patrocinados" por esta. Obsérvese la incoherencia de esta posición a la luz de la ratificación depositada por China, el mayor productor y consumidor mundial de tabaco, o Cuba, cuyos habanos representan un importante producto de exportación.
Estos presuntos "defensores de las economías regionales" alegan:
1. El control del tabaco provoca pérdida de puestos de trabajo: la verdad es que la mecanización de la fabricación de cigarrillos la convierte en una actividad poco generadora de empleos en todo el mundo, independientemente del nivel de consumo nacional; las pérdidas de empleos por la modernización tecnológica en la industria tabacalera son mucho mayores que la que podría generarse por las políticas de control del tabaco.
En Argentina se estiman 7.477 empleos relacionados con el sector industrial (datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación), mientras el cultivo de tabaco, según la misma fuente, emplea 61.998 trabajadores. El comercio mayorista emplea 2.334 personas; el minorista está representado por kioscos mayormente tipo polirrubros, cuyos empleos no resultarían afectados por una reducción del consumo interno.
2. El control del tabaco perjudica a los pequeños productores: más del 83% de la producción de hojas de tabaco de Argentina se exportan; una posible disminución del consumo interno por efecto de las políticas de control solamente afectaría al 17% destinado al mercado local. Inclusive las posibles reducciones pueden ser compensadas a corto plazo, aunque no resulte deseable desde la salud mundial, con un aumento de las exportaciones: con un consumo per cápita mundial de tabaco en descenso, las tendencias indican que el número de fumadores aumentará de 1,3 mil millones a más de 1,7 mil millones en 2025, y que aplicando con éxito medidas de control, llegaría a 1,4 mil millones en ese año. Es decir que el mercado mundial seguirá expandiéndose pese a las políticas de control. Recién en un futuro aun más lejano, el consumo mundial podría descender a niveles que justifiquen una reducción de la producción. En ese lapso, los gobiernos deben apoyar a los cultivadores en su transición hacia medios de vida alternativos, tal como el CMCT propugna y financiaría, aun cuando en Argentina ya existe el Programa de Reconversión de Áreas Tabacaleras de la Secretaría de Agricultura.

¿Una oportunidad perdida?

Las organizaciones de la sociedad civil y los militantes sanitarios, académicos, sociales y ambientales que vienen propugnando la ratificación del CMCT, no detendremos la pelea. Nos "bancan" 80% a 90% de argentinos, incluyendo en todos los casos 55 a 70% de los fumadores, que exigen la prohibición de fumar en lugares de trabajo, edificios públicos, bares y restaurantes, entendiendo que esas medidas protegen a fumadores y no fumadores.
La evidencia científica del daño en enfermedad y muerte provocado por el consumo de tabaco a fumadores y no fumadores resulta incontestable. La eficacia y efectividad de las medidas que el CMCT propugna para reducir esas nefastas consecuencias no está en discusión. El costo económico y social pagado por todos excede ampliamente al perjuicio que provocaría la desaparición del tabaco, situación extrema que nadie propugna. Esta tendencia no podrá ser modificada por políticos negligentes, ignorantes o corruptos. Pero no podemos dejar de lamentar la oportunidad que hoy perdemos, gracias a un grupo de inescrupulosos ungidos de poder. Si hemos sido capaces, por primera vez en un período de expansión económica, de reducir la venta de tabaco; si se multiplican las iniciativas nacionales, provinciales y municipales de control del tabaco; si se renuevan las iniciativas de investigación de nuevos abordajes, cuánto seríamos capaces de hacer con el impulso y los recursos que obtendríamos de la ratificación del CMCT.
Como decíamos al comienzo, una nación o una sociedad puede tomar distancia de la comunidad internacional de muchas formas y por variados motivos: lo peor es hacerlo por razones sectoriales que se imponen al interés del conjunto.