Descendientes de familias españolas en Ushuaia

Recordaron con mucha emoción y añoranza por la crianza

27/11/2005
C

on mucha emoción por las épocas lindas vividas en el entonces pueblo de Ushuaia, los vecinos de aquel tiempo recordaron algunas historias que fueron transmitiéndose y sumándose a relatos de los que participaron en el octavo Encuentro del Patrimonio Intangible del Fin del Mundo, que se hizo en el salón de la Panadería del ex Presidio de Ushuaia.
Alrededor de cien personas escucharon, el viernes pasado, los relatos de los descendientes españoles; entre ellos estuvieron Victoria Padín, Josefa Estabillo, José "Pepe" García, Jorge Olmos y el polaco Víctor Aisenberg, quien estuvo en el estudio de la traza de la ruta nacional Nº 3.
Con fervor fue recordada la historia de Ushuaia cuando eran aproximadamente unos 1500 habitantes. Las historias se fueron hilvanando por los expositores y se enriquecía aun más con los detalles y precisiones que incorporaban los espectadores y familiares que también habían compartido aquella época del 1930 al 1950.
La solidaridad, la amistad, el valor de la palabra, la ayuda al prójimo, la honradez y el respeto por la familia y los progenitores eran algunos de los temas más importante que reflejaron en las actitudes, historias y vivencias que recordaron de las familias que llegaron a Ushuaia en aquel entonces.
Olmos contó que su tío, el ex intendente Manuel Olmos, cuando demoraban en girar la plata para pagar a los empleados, pagaba de su propio peculio el sueldo a la gente, e inclusive donó sus honorarios.
"Los siete hijos de mi abuelo nacieron en Ushuaia, mi padre fue el hijo mayor y nació en 1905, él fue jefe de correo y después jefe de la Casa de Tierra del Fuego", recordó a el diario del Fin del Mundo Jorge Olmos, quien nació en Buenos Aires y siempre venía a Ushuaia en las vacaciones de verano. 
Olmos destacó el valor de la familia y el respeto de la palabra de los padres. "Cuando se juntaban las siete u ocho familias de aquella época era una fiesta y todos nos divertíamos", indicó.
Con mucho cariño, recordó a uno de sus tíos, que realizó la construcción de la casa de los Olmos, ubicada en avenida San Martín y Antártida Argentina. "Mi abuelo Pascasio fue de la comisión de los representantes del pueblo", afirmó.

La traza que proyectó

Lo más sobresaliente fue también la historia de Víctor Aisenberg, que con 90 años regresó a Ushuaia después de 65 años. El hombre polaco trabajaba en Vialidad Nacional, y mencionó que había calles de tierra y pocas construcciones.
"Había un hotel lindo, el Ushuaia, construido en maderas, y después de unos años se quemó, los barcos y aviones llegaban a Río Gallegos y nos teníamos que arreglar para venir a Tierra del Fuego y cruzar en balsa", comentó. Dijo que llegó en 1942. Primero estuvo en 1938 en Santa Cruz y de allí le encomendaron estudiar el cruce de la cordillera y vino a reforzar la comisión que trabajaba con la traza de la ruta nacional Nº 3.
"Sólo hicimos los estudios y nunca vi la ruta. Sabíamos trabajar con un farolito de querosén cuando se hacía tarde, y el paso lleva el nombre del indio que nos indicó por dónde cruzar desde Ushuaia a Río Grande: Luis Garibaldi", recordó Aisenberg.
El mestizo fue apodado "Garibaldi", porque en aquel entonces se hablaba mucho de Giussepe Garibaldi. Fue hijo de un italiano, José Stroppa, que estaba en la Subprefectura y vivía en Bahía Thetis (en 1893) con una joven mujer mánekenk llamada Honte (en 1895 tenía 16 años). Desde entonces, quedó con su apodo y pasó a ser su apellido y conocido como el indio Garibaldi, quien participó en el trazado de la ruta y el paso que hoy lleva su nombre.
En tal sentido, Aisenberg estuvo alojado en la casa del "Indio Garibaldi", y señaló que ellos compartían la única casa de madera que había en la cabecera del Lago Fagnano. "Su madre, la Ona, vivía en con unos cueros en la carpita afuera, a la casa jamás entró, ella hacía la comida y la dejaba", comentó.
El empleado de  Vialidad Nacional recordó que en el proyecto trabajó junto con Vicente Canga, un mendocino, Ibarra, un salteño de apellido Moya y un cordobés, Ferreira. También mencionó que trabajó con Ernesto Krund.

Otra Ushuaia

Dijo que a Ushuaia venía a comprar las provisiones con Canga, y ahora le sorprendió encontrar a la ciudad cambiada. Ansioso por ir a recorrer la ruta que no vio porque sólo la proyectó, el hombre canoso explicó que ahora se dedica a escribir historias como las que relató de la Ushuaia con 2000 habitantes y donde llevaban una vida más tranquila.
No faltó quien recordó que "en carnavales todas las familias se divertían", y al recordar las libretas negras de los almacenes también comentaron los negocios que había con todas las provisiones que requerían. El martillero Demetrio Luizón y Zulema Beban también hicieron sus aportes en la charla de Patrimonio Intangible del Fin del Mundo.
La gente ayudaba a otros, y fue así que una señora, Delfina González, recordó que a su padre le prestaron el dinero para comprar la casa y ella iba a devolver cuando también le mandaba su padre a pagar con la libreta al local de Don Pascasio. Las anécdotas y emociones fueron pasando por cada uno de los espectadores y mientras tanto un grupo de estudiantes que estaba en la sala iba hilvanando las historias del encuentro de la ciudad en sus albores.
La gente tenía que salar la carne para tener el "charqui", y eran pocos. Hoy los habitantes de Ushuaia superan los 60.000 y la tecnología de avanzada hizo que se pierda la comunicación interpersonal directa. Algunos recuerdan con mucho cariño el contexto social de Ushuaia de tierra: se respetaba la palabra y la gente era más solidaria.
También en la convocatoria con los descendientes de españoles recordaron a las familias Isorna, Pastoriza, Buezas, Carrasco, Otelo, Romero, entre otras.
La sala estaba decorada con vestimentas típicas de España. Lino Adillón colaboró con la exquisita paella para que los concurrentes puedan deleitar la comida española, que estuvo acompañada de vino blanco y tinto.

Etiquetas